El caso de Don José, un humilde señor que vive de cantar y tocar su guitarra en restaurantes y otros sitios públicos de Medellín que se viralizó este martes por redes sociales, es definitivamente una lección de vida y de comunicación, que suscita una discusión desde diversos puntos de vista.
Me enteré del hecho ya casi a medianoche cuando me dispuse a medio revisar redes sociales y me encontré con que este era casi una tendencia. Incluso vi una caricatura y pensé que se trataba de un nefasto personaje político del país, pero no, este señor era su antítesis. Para los que aún no saben de qué les hablo, ya les cuento:
Don José ingresó el lunes 7 de mayo a un Restaurante en el reconocido sector El Poblado de Medellín, en compañía de su inseparable guitarra y medio de subsistencia, como era habitual, a interpretar una nostálgica canción llamada “Mamá Vieja”. Inmediatamente terminó, una mujer quien se encontraba en compañía de un compañero de trabajo, decidió invitarlo a almorzar conmovida por la emotividad de su interpretación y la bondad que este hombre emanaba. Al ordenar el almuerzo para Don José, la mesera le respondió que no estaba permitido que se sentara en las mesas del lugar y que de querer brindarle el almuerzo, se lo empacarían para que el cantante lo comiera afuera del restaurante.
Fue tal la indignación de la mujer, que llamó a la encargada del lugar -pensando que se trataba de un malentendido- y fue esta quien corroboró que se trataba de una orden (algo así como “políticas” del lugar) y que Don José no era una persona “apta” para ser comensal del restaurante.
¿Parece mentira, verdad? Bueno, fue real. Pasó tristemente en nuestro país y se ha viralizado gracias al poder de las redes sociales por todo el mundo.
En el video colgado en el Facebook personal de la mujer que vivió de cerca el suceso y seguramente en 13645678 portales más que lo compartieron, se ve a Don José completamente desorientado por la discusión que se formó en el lugar, donde algunos de los comensales al ver la desafortunada situación, decidieron manifestar su indignación abandonando el sitio.
Entre sollozos esta mujer hace una denuncia pública y le pide excusas a Don José en nombre de las personas que lo discriminaron. Hoy el video ya no aparece públicamente en Facebook (saque usted sus propias conclusiones del por qué habrá sucedido esto).
La primera lección es que definitivamente no hay derecho a ser tan cruel y miserable en la vida. ¿Dónde está el corazón de estas personas que deciden denigrar a un humilde campesino de avanzada edad que se gana la vida cantando y tocando su guitarra en este tipo de escenarios? ¿Es que acaso no tienen padres o abuelos? ¿Dónde quedó el respeto por los mayores que nos enseñaron desde niños?
Este hecho no es más que una prueba palpable de la crisis de valores en la que vivimos y de la que de forma directa o indirecta somos partícipes. Por ejemplo, al escoger políticos que en el fondo sabemos desangrarán las finanzas de nuestra ciudad o país, pero lo hacemos a cambio de un “puestico” para nosotros mismos o algún familiar o por cualquier otro tipo de contentillo, o cuando decidimos no permitirle a nuestra empleada doméstica que se siente con nosotros a almorzar. Es el mismo principio. Solo que en casa nadie sacará un celular para “boletearte”.
Ante lo sucedido el secretario de Inclusión Social, de Medellín repudió el hecho e invitó a los ciudadanos a evitar que actos denigrantes como este se repitan en el país. “El caso de Don José nos sirve para reflexionar como personas, como familia, como sociedad y como Estado, de que es algo recurrente en muchas circunstancias. Hay muchos Don José que a diario son excluidos y discriminados de dinámicas laborales, educativas y del espacio público y nosotros. Más allá de pensar si hay normatividad, leyes y sanciones (para esas conductas), es pensar qué estamos haciendo para reducir esos niveles de exclusión y humillación hacia una persona por su condición”, expresó.
La segunda lección es que hoy en día debemos medir muy bien la manera en que nos comportamos. No podemos dar pasos en falso en lugares públicos pues cualquier persona con un celular con acceso a internet puede acabar con tu reputación en segundos tengas o no tengas la razón. En este caso, con la de un restaurante con 40 años de experiencia, que ante la denuncia propagada en las redes, decidió cerrar sus puertas momentáneamente, protegiéndose de una manifestación en la que decenas de personas se conglomeraron en su puerta con “portacomidas” en mano, para protestar por la discriminación a la que fue sometido Don José.
Las redes sociales son hoy por hoy el medio de comunicación más veloz que existe, pero lógicamente están salpicadas por tintes de subjetividad que las hacen no ser el más confiable. Es así como además de este tipo de denuncias, se popularizan velozmente otro tipo de informaciones falsas que desvirtúan el ejercicio periodístico. Hay que tener cuidado con lo que vemos y creemos de ellas. Siempre darles el beneficio de la duda.
La tercera lección es la coherencia. No vaya a ser que quienes estamos criticando este hecho denigrante hacia este señor, por debajo de cuerda seamos de los que intratamos, señalamos y escondemos el dedo... y como ya mencioné, solo hemos contado con suerte que nadie nos ha grabado. No hay necesidad de reaccionar violentamente contra el restaurante creyéndonos los dueños de una realidad absoluta. Aunque sus políticas (o quizás solo las de la mujer que estaba a cargo - vaya uno a saber) sean absurdas, recordemos que es el medio de subsistencia de todas aquellas personas que allí laboran.
La cuarta lección es que así como hay muchas personas malas en el mundo, siguen siendo más los buenos. Definitivamente la bondad de los seres humanos brota por los poros. No es difícil saber cuándo una persona es buena, sólo basta con mirar el reflejo del corazón en sus ojos y analizar su reacción en un caso como este. Horas después del hecho Don José expresó que no entendía nada de eso de la discriminación y que no quería que nadie saliera perjudicado.
Por su parte la denunciante expresó en una de las muchas entrevistas que le han realizado luego del suceso: “Yo quisiera que no manifestáramos un no al restaurante, sino a las conductas. A esas conductas arribistas, discriminatorias, o como las queramos nombrar. A esa actitud que nos hace daño como sociedad. Mi intención no es dañar a nadie, sino hacer un llamado de atención a la reflexión”.
A través de un comunicado de prensa los dueños del restaurante expresaron que lamentan el hecho, aseguran estar en “en contra de actos de discriminación” y en la búsqueda de una oportunidad para reivindicarse con Don José y la artista plástica que fue testigo del hecho.
Pregunta para reflexionar: ¿Qué justificación podrían dar para resarcir este hecho bochornoso en el que no solo un anciano fue vulnerado sino todo un país que se vio reflejado en él? ¿Existen palabras para enmendar esto?