Y en definitiva, la gente siempre será lo primero…


Alguna vez conocí un caso de una empresa muy cercana a mí, en la cual una secretaria de unos 40 años que tenía más de una década de trabajar allí, con mucho esfuerzo y sacrificio logró sacar adelante una carrera de sicología nocturna. El día en que recibió su diploma, feliz y orgullosa de su logro fue hasta donde el jefe a mostrárselo, a pedirle que por favor le concediera una foto con ella y su diploma y a darle las gracias por su trabajo pues gracias a él logró obtener los recursos para estudiar, y además, la motivación de crecer profesionalmente para –por qué no- lograr un ascenso en la organización.

En cuanto la recién graduada salió de la oficina del jefe, éste no dudó un segundo en decirle a los demás trabajadores que estaban cerca “¡No pues, qué vamos a hacer con este poco de secretarias queriendo profesionalizarse!”, dejando claro su evidente molestia por lo que acababa de suceder. Obviamente todos los que se encontraban en el recinto se miraron extrañados los unos a los otros, desdibujando la sonrisa de alegría que les había producido el logro de la secretaria a quien –vale la pena acotar- todos querían por su gran carisma y su disposición de servicio.

Acto seguido uno de los que escuchaba lo increpó diciéndole que si no le parecía que por el contrario ese tipo de crecimientos personales lo que hacían era aportarle al crecimiento de la empresa. El iracundo jefe no dudó un segundo en responder “Para nada, a esa mujer ahora se le va a subir el estudio a la cabeza y lo que va a querer es aumento o ascenso; conmigo no habrá ni lo uno ni lo otro”.

Meses más tarde, la cabeza que rodó fue la del jefe quien fue reemplazado por un nuevo líder inspirador, con ideas más frescas, innovadoras y sobre todo, integradoras, cuya buena gestión se vio reflejada durante cada uno de los años que estuvo en la organización.

Moraleja: Estabamos hablando de una empresa liderada por un jefe con cero gestión del capital intelectual. Esa suma de conocimientos, información, propiedad intelectual, experiencia del grupo de empleados de una empresa, que se puede aprovechar para crear riqueza y generar valor en las organizaciones.

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El capital intelectual es fuerza cerebral colectiva, es difícil de identificar y aún más difícil de gestionar eficazmente en las organizaciones. Pero quien lo explota, triunfa y lleva a la empresa a límites insospechados. Las que han entendido que el capital intelectual genera ventajas –o desventajas- competitivas en su entorno, son las que están triunfando en el mercado*.

Citemos casos como el de Infosys, la compañía de software más grande del mundo, catalogada como “la empresa más respetada de la India”, cuyo éxito radicó en la ética en cada una sus acciones y el correcto manejo del capital intelectual de la compañía, lo cual les permitió pasar de tener 8 empleados y sede en la habitación de uno de los socios, a 65 centros de desarrollo alrededor del mundo, un crecimiento del 50% y vinculación de unos 30.000 jóvenes a sus equipos anualmente.

O el de Apple, empresa catalogada como la de la marca más valiosa del mundo (246.992 millones de dólares), que entendió que su negocio no radica en la tecnología, sino en la gestión del conocimiento, la creatividad e innovación y que éstos existen si tienen empleados motivados, por tanto siempre se están preguntando: ¿Qué es lo que mejor sabe hacer cada funcionario? ¿Con qué equipo lo hacen mejor?, ¿Qué podrían hacer mejor mañana?, ¿Qué pueden usar del exterior para cumplir sus objetivos? Y les facilitan las herramientas para su gestión, respondiendo cada una de esas preguntas exitosamente. Su modelo está evidentemente centrado en las personas, en aprovechar sus capacidades, en fomentar la colaboración entre los diferentes equipos, en potenciar su evolución profesional.**

Y obviamente antes de finalizar no podía faltar el caso de Google, una de las empresas más reconocidas a nivel mundial por la efectiva gestión y desarrollo de su capital intelectual y humano, puesto que invierte en todo tipo de formación para sus empleados, facilita el intercambio de conocimiento unos a otros, aprovecha al máximo su talento humano teniendo en cuenta formación, capacidades, talentos, y en especial gustos personales. Además de ello propician el teletrabajo, generan espacios que atraigan, exploten y retengan el capital humano, incentivan la innovación y fomentan la flexibilidad trabajando por objetivos más allá de por tiempo trabajado.

Para concluir, incrementar y fortalecer el capital intelectual le permite a las organizaciones adaptarse con facilidad a las características del entorno en el que decidan participar y obtener mejores resultados. SI no lo ha comenzado a hacer, nunca es tarde, sus trabajadores se lo agradecerán, y mejor aún, obtendrá mejores resultados económicos pues éstos serán más productivos y eficientes en sus labores y le darán la anhelada "milla extra".

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*STEWART, Thomas A (1997). La nueva riqueza de las organizaciones: El capital intelectual.
**http://www.calidadytecnologia.com/


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