“(..) Se escribe un poema para no sentirnos el centro del mundo.
Se escribe un poema para ahuyentar a una muchacha.
Se escribe un poema para ayudar a la Revolución.
Se escribe un poema para que los maridos nos odien mucho más.
Se escribe un poema para que el poema nos acompañe,
para no estar tan inexplicablemente solos (…)”
César Calvo.
Cuando se piensa en poesía, en esa sola palabra, pero que a la vez es contenedora de miles de historias, por algunas razones de la vida, nuestra mente nos transporta a un viaje hacia el viejo continente, donde vivieron muchos de sus hijos poetas. Por eso como no recordar a los grandes poetas italianos, entre ellos Giacomo Leopardi con su “Canto I. A Italia”, a Oscar Wilde con “Bajo el Balcón”, al inolvidable William Shakespeare con sus poemas cortos pero sustanciosos, al parisino Charles Baudelaire con sus poemas llenos de belleza, de gestos y delicadeza, a Antonio Machado, el moderno, el simbólico.
Pero al otro lado, en América también se dice presente si de poetas se trata, fue aquí en el continente de la esperanza, donde nació el imperecedero Walt Whitman (1819- 1892) ese que en su época fue casi un invisible porque mitad de su vida se la llevó la creación de su obra “Hojas de hierbas”, fueron nueve ediciones que tuvo el libro, y mientras llegaba una nueva edición, el neoyorkino agregaba y agregaba poemas, porque según él eran los únicos que alborotaban su felicidad.
El considerado revolucionario de la literatura Norteamericana, se nutrió de grandes obras como la “Ilíada”, de epopeyas, de comedias y hasta de la Biblia, todas fueron ayuda para que sus escritos dieran buenos frutos, buenas creaciones, buenas historias cortas.
En su poema “El halcón moteado cala sobre mí” da la sensación que sus palabras se revuelven de muchos significados, que sus escritos tienen un fin, y que un halcón se pasea por sus escritos cada vez que alguien los lee.
El lenguaje de Whitman, es escéptico, potente y siempre refleja el ruido del argumento, de la gente que camina de un lado a otro, de las ciudades congestionadas, de los amores dramáticos, del aire que pasa, el ruido de una hoja de hierba, del alma encarcelada, de la noche, de los fantasmas, del mar indomable, el ruido de la perfección, el ruido de Whitman aquél que se Auto- Poetaba, y que en sus poemas se escuchan voces, de sexo y lujuria, voces enmudecidas.
“(…) Voces desde hace largo tiempo enmudecidas me recorren, Voces de interminables generaciones, de cautivos y de esclavos, Voces de enfermos y desahuciados, de ladrones y de enanos, Voces de ciclos de gestación, y de crecimiento, Y de los hilos que conectan las estrellas, Y de los úteros y de la savia paterna, Y de los derechos de los pisoteados, de los deformes, vulgares, simples, tontos, desdeñados, niebla en el aire, escarabajos que
Empujan bolitas de estiércol (…)”
Poema 24 De "Canto a mí mismo"
De su trabajo como periodista, es poco lo que se conoce. Durante su vida no se tiene el número determinado de las contribuciones que hizo a través de sus investigaciones, algunos identifican más de 1.200 pedazos de hojas con época determinada (1842-1848) muchos aseguran que en este periodo Whitman se dio a conocer por los periódicos y revistas pero que nunca dejó la poesía guardada, siempre relucía.
Whitman, era panteísta antropocéntrico, su idea se basaba que en la naturaleza, el universo y Dios son semejantes, y que en el mismo hombre se encuentra un ser supremo, por eso, insistió en que la democracia es asequible, porque está entre nosotros, está en la atmósfera, en la tierra y en el hombre supremo, que según él no está en lo alto, por el contrario hace parte de la vida común.
“Hojas de hierba” pueda que no lo diga todo, pero plasma el asombro al que puede llegar un ser humano, la admiración y el suspenso que se esconde entre líneas, preguntas y respuesta porque entre otras, en éste libro lleno de poemas, se encuentran muchas curiosidades, pero también hay respuestas que el mismo responde, a través de la minuciosa introspección de sí mismo.
Whitman dejó como legado que el hombre es significado de transcendencia, que la perfección se puede encontrar en una pequeña hormiga y un simple grano de arena, y que la belleza es pulcritud, son palabras llenas de vida, de dulzura, de hibridad, de delicadeza porque con solo un gesto grosero a las palabra, se pueden partir y entonces es allí donde llega el halcón para remediar, ese que acompaña sus artículos, sus poesías y sus escritos.
Más que ser un escritor- periodista, fue un humanista, su fe lo llevó a ser recordado después de su muerte, los poetas modernos se alimentan de él, mientras él sigue allí como lo dice en uno de sus versos: "A ti, que no has nacido aún; a ti te buscan estos cantos. / Cuando los leas, yo, que era visible, seré invisible... Sé tan feliz como si yo estuviera a tu lado (no estés demasiado seguro de que no esté contigo)".
Cesar Calvo lo dice “(…) Se escribe un poema para que el poema nos acompañe, para no estar tan inexplicablemente solos (…)” y Whitman nunca estuvo solo.