A causa de unas pocas canciones
en donde hablé de su misterio,
las mujeres han sido
excepcionalmente amables
con mi vejez.
Ellas hacen un sitio secreto
en sus ocupadas vidas.
Y me llevan allí.
Ellas se desnudan
en sus diferentes maneras
y dicen:
"¡Mírame, Leonard!
¡Mírame una última vez!".
Entonces se reclinan sobre la cama
y me cubren
como a un bebé que está temblando.