Envejecer con un gato gordo


Envejecer con un gato gordo,
con la ropa extendida y húmeda,
con los trastes, con el caos,
con el gato de nuevo merodeando.

Envejecer mirando lo que hace el gato. 
Sintiendo cómo se acerca 
cual si fuera invitado. 
Pero tú eres el invitado. 

Envejecer negando con la cabeza. 
Con la impresión de que el gato
no sabe lo que quiere. 
Pero eres tú el que no lo sabe. 

Envejecer dejando tu amor, 
cada vez más descreído. 
Dejando que el fuego arda. 
Y esperando, esperando.


TAMBIEN TE PUEDE GUSTAR