La lumbre del agua convoca el nombre de mi amada
su minuto de éter
la atracción de un océano de cuarzo
El nombre de mi amada pisa aquella superficie
semejante a un golpe felino
se posa como un batir en ese territorio de nadie
la playa de un cielo abierto
un minúsculo ritmo tan leve
como un niño que se acerca aplaudiendo
obligándote a mirarlo y recrearlo
La lumbre del agua habita también en el nombre de mi hijo
en la punta de su lengua que ha de besar el nombre de su amada.