La vida apura en cada sorbo de azar,
en el frío de las habitaciones sin calefacción,
en el suelo de un segundo piso con fantasmas,
en la madera que no se ha trabajado.
La vida apura en cada sorbo de azar,
en las elecciones similares a una despedida,
en el viaje de un seis de diciembre cercano,
en las mujeres que nos desprecian y detestan.
La vida apura en cada sorbo de azar,
en la claridad a punto de volverse noche,
en las ilusiones del quiero y no puedo,
en todo aquello que quedará por hacer.
La vida apura en cada sorbo de azar,
en las llamadas equivocadas que no contestamos,
en el peso que no supimos balancear,
en los sonidos de pájaros que se adentran
rumbo a una noche terciada por la evidencia.