Problemas de traducción


Estaba cansada,
se había esforzado en recibirme,
había preparado sus prendas.
Era rubia, guapa, nariz atlética.
Yo, por mi parte, 
había tomado una ducha previa.

Su mirada la delataba.
A veces arqueaba sus ojos, movía sus cejas
con desaprobación.
Buscaba otras formas, 
otros estímulos,
otra ciudad,
y,
quizá,
otra razón.

No quería más visitas.
Estaba claro.
Quería estar tranquila.
Ver televisión.
Fumar.

No desebaa ser importunada.
Sin embargo, 
quizá había firmado 
algún papel insolente,
Quizá,
Anya, quería insultar su suerte.

Tuvimos sexo apresurado.
Sostuvimos un desencuentro.

Me dijo que era de Ukrania.
Mi mirada, 
a veces,
buscó un refugio.
Nada. 
No había nada.

Dijo que yo era perfecto.
¿Perfecto para qué?
Pregunté yo.
Perfecto 
para esposo, 
dijo ella.
Le comenté que soy un hombre soltero,
aunque con andamios,
como todos.

Me dijo que yo debía tranquilizarme 
y empezó a chupármelo suavemente.


TAMBIEN TE PUEDE GUSTAR