Pues yo no he vuelto a casa.
De hecho, tengo muchas casas
o las tuve,
mas no he retornado a ninguna de ellas.
Estoy, vivo,
en el "mejor de los mundos posibles",
como me dijo una mujer
que ya no es mi amiga.
Las decisiones me arrastran
como una madera de deriva
y el mundo de la voluntad
es más ancho que las lindes ficticias
de los estados nacionales.
Pues yo no he vuelto a casa
porque no me identifico con ningún código postal,
porque rechazo los lugares comunes,
porque me he acostumbrado a la errancia,
porque, de un tiempo a esta parte,
asumo a raja tabla mis responsabilidades.
Porque no quiero volver a casa.