Vivo en Sajonia,
en una casa antigua de mampostería.
Vivo metido en una rutina sajona,
soy un jubilado, un pensionado,
uno que quiere siempre.
Vivo al lado del río Weser.
A veces miro el río
y recuerdo la historia del flautista
y las ratas.
Vivo a una hora de Hamelín.
Pervivo.
Pervivo contra pronóstico.
Pervivo cuando no me disculpo.
Pervivo en Sajonia,
una tierra que no es la mía,
una tierra en la que veo crecer a mis hijos,
una tierra que quizá era mi destino.
Sajonia,
fría naturaleza para pernoctar
y hacer casas y vida.
Fríos bosques,
lugar de antiguas batallas,
cascarón que me contiene
hasta que mi sino me lleve
a otras orillas.