Se confunde con la indiferencia
(y quizá lo sea)
ser rozado,
apenas, por las noticias,
sentir
lejanos los destinos de otros hombres,
mirar
cómo tantos fustigan
con sus ideologías políticas
a otros enlodados,
tan enlodados,
como ellos mismos.
Se confunde con el egoísmo
(y tal vez lo sea)
no atizar las indignaciones colectivas,
ser espectador,
contemplar,
tan sólo,
casi siempre al margen,
y no sumarse a la preocupación,
descreer
del alarmismo demagogo,
rechazar ser parte,
ser buena parte,
ser en parte,
ser nada
de los comités de aplausos.
Se confunde con la buena estrella,
(y puede que lo sea)
con la burguesía,
con la haraganería,
con la fortuna,
con el desinterés,
con la indolencia,
con el amparo,
con el fracaso,
con la insolidaridad,
con el desarraigo,
con el olvido,
con la displicencia,
con el desengaño,
con la inacción,
con la ingratitud,
y con el sinsentido;
el no pretender más que tiempo,
sólo tiempo.