El closet de la doble moral


Si de algo ha servido la muerte de Fidel es para que muchos salieran del closet de la doble moral. Es, nada menos, que la conducta de los fanáticos acérrimos que consiste en tomar los logros de sus líderes, cogerlos de caballito de batalla, y pretender entonces que con eso queden exculpados de todas sus faltas.

Personas que a diario hablan de los valores democráticos salieron a justificar un régimen dictatorial de 60 años. Pareciera que la fachada de la democracia es solo un discurso vacío, un comodín apenas, una póliza de seguro ideológica. En fin, un certificado de buena conducta firmado con la mano propia. Es sencillo: no es coherente criticar como fieras a los abusadores de derecha por conductas que luego se van a aceptar y a justificar en los abusadores de izquierda. O somos defensores de la democracia o nos hacemos los ciegos con los regímenes totalitarios. O asumimos una posición crítica con todos los abusadores o mejor nos quedamos callados. Porque criticar a unos y glorificar a otros queda muy mal.

Si las justificaciones van a estar basadas en los aciertos en áreas como la salud, la educación, la infraestructura, el agro, entre muchas otras; y si entonces por eso vamos a ignorar o atenuar los atropellos, los presos políticos, las ejecuciones y demás temas rutinarios en la vida de un dictador, habría que empezar a reivindicar la memoria de tantos abusadores, como Franco, Stalin, Pinochet, Rojas Pinilla, Somoza, Noriega, Hitler o Kim Jung Un.

No desconozco los grandes logros de la Revolución, ni la relevancia histórica de Fidel, ni su carisma. Desde chico soy admirador de la cultura cubana, y del danzón, y del punto guajiro, y de las cifras de cero analfabetismo y cero desnutrición, entre tantas. Pero no puede ser que entonces el precio de todo eso sean 60 años de abuso autoritario y sistemático. Buenas cosas también se dicen, por ejemplo, de la educación de Finlandia y Costa Rica sin que haya presos políticos ni ejecuciones a contradictores. Pero cada quién ve lo que quiere ver y justifica lo que quiere justificar.

Si el argumento es que aquí en Colombia estamos peor que Cuba –si es que eso aplica en todos los ámbitos– y por eso no se puede criticar el régimen de Fidel ni señalar sus abusos, entonces solo podríamos cuestionar a Haití, si acaso. En mi opinión no hay diferencia entre abusadores de derecha y abusadores de izquierda. No hay diferencia entre asesinos paramilitares y asesinos guerrilleros. Pero, ya lo vemos, por una extraña filiación de ideales cada quién encontrará las razones para escribir el prólogo del libro de Carlos Castaño, aplaudir en el congreso a Salvatore Mancuso, tomarse selfies con Timochenko, o salir a exaltar la memoria del comandante Fidel en redes sociales.

Pero, sobre todo, si de algo ha servido la muerte de Fidel Castro, como antes pasó con Pinochet, es para anotar que el fin justifica los medios solo si el ejecutor de turno pertenece a nuestra rosca ideológica y entonces lo elevamos a salvador valiente; en el caso contrario lo acabamos a dentelladas. Cada quién tiene sus opiniones y nada de eso sería incongruente si después del festín no salieran a ponerse de nuevo la máscara de la democracia y el traje de los derechos humanos.

@xnulex


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