Hace unas semanas, quizá abrumada por sus muchos éxitos y reconocimientos, Marbelle decidió que era buena idea darle un giro a su carrera lanzando no un nuevo sencillo, sino un comentario racista en Twitter en contra de una mujer negra.
Marbelle recurrió al pueril insulto de comparar a una persona negra con un simio. Pues parece que esa conducta primitiva colma de alborozo a las almas elementales. A lo mejor pensaba que —a falta de argumentos— con el insulto podía lograr algún tipo de impacto en la opinión pública. Siempre será más fácil lanzar un golpe que elaborar una idea.
Como era de esperarse, eso generó un sinnúmero de reacciones, algunas a su favor y muchas otras en contra. Y dado que el éxito o la estupidez de un trino puede medirse por el volumen de sus interacciones, buenas o malas, parece que ello desató en Marbelle un exceso de serotonina. Una descarga doble que, por un lado, fue producto de los aplausos de aquellos que coincidían con ella y, por el otro lado, debido a la rabia e indignación de sus detractores.
Tal vez fue por eso que, lejos de arrepentirse o meditar si eso que acababa de publicar era correcto o conveniente, lo que hizo fue remarcar aquella publicación con varias otras en el mismo tono provocador; a lo mejor para dar a entender que ella no es de las que se arrugan, no señor: a Marbelle puede que le falten luces, pero nunca el arrojo para estrellarse de cabeza contra el mundo. Bien decía un célebre escritor argentino que no conviene ser complejo para ser valiente. Y, aunque se escriban igual, tampoco conviene confundir el valor del valiente con el valor del valioso.
En todo caso, cualquiera puede dárselas de valiente desde la distancia. Por esa razón fue que durante un partido al futbolista Dani Alves le lanzaron un plátano desde las gradas del estadio; porque es en la distancia y entre el tumulto donde los perdedores se sienten poderosos. Estoy convencido de que ese mismo cavernario que lanzó aquella penosa ofensa desde las gradas no sería capaz de sostenerle la mirada a Dani Alves si se lo cruzara por la calle. Y eso mismo pasó con Marbelle: convencida de que sus acciones no tendrían ninguna consecuencia lanzó sus insultos desde lo alto de la tribuna digital; pero cuando tuvo que asistir a la citación de la Justicia para poner la cara y dar explicaciones a la mujer negra, se le acabó la valentía y reculó. No tuvo más remedio entonces que llegar a una conciliación y salir a excusarse públicamente.
Marbelle renunció a su calidad de frentera para evitarse sanciones económicas y penales. Tuvo que tragarse su altivez y agachar la cabeza a regañadientes en unas disculpas que no convencieron a nadie. Como quien dice, a falta de sentido común buenas son las advertencias de un juez. Pero, como reza el viejo proverbio latino, de nada sirve echarle perlas a los cerdos; porque a las pocas horas de su retractación ya Marbelle volvía a la carga suscribiendo un trino que decía: “retractarse públicamente de algo que uno dice, no hace que cambie lo que uno piensa”. Al cual le agregó el comentario “en absoluto”. Es por eso que ante semejante desfachatez no queda más alternativa que poner el punto final, pues no tiene caso seguir hilando un collar de perlas para la valiente Marbelle.
@xnulex