Para empezar, en un país decente no habría ocasión de escribir una columna como esta. Hace unos pocos días, El Ejército lanzó un bombardeo contra el campamento del jefe guerrillero Gentil Duarte, y el resultado de aquello ha sido una calamidad. Por un lado, la acción no fue efectiva pues no acabó con Gentil Duarte, quien escapó no se sabe adónde. Y, por otra parte, hay serias denuncias de que varios menores de edad habrían sido afectados por este ataque. Hasta el momento, lo que ha revelado Medicina Legal es que una joven de 16 años resultó muerta y, según lo descrito por algunas familias campesinas, existe todavía gran incertidumbre de si hay más niños involucrados, tal como ocurrió hace un año, bajo circunstancias similares, en zona rural de Caquetá.
Hollman Morris, apoyándose en esas informaciones y en otras entregadas por organizaciones sociales, lanzó a la opinión pública esa hipótesis: que quizá habría más niños heridos o muertos por causa de ese bombardeo. Néstor Morales, director de Blu Radio, invitó entonces a Morris a una entrevista y le controvirtió al aire dicha hipótesis apoyándose en un supuesto informe de Medicina Legal que desmentía lo que Morris denunciaba. Según Néstor Morales, este informe de Medicina Legal sostenía que de 10 cuerpos analizados ninguno correspondía con menores de edad. Pero horas más tarde se conoció que, al momento de aquella entrevista, Medicina Legal no había hecho aún ningún pronunciamiento oficial. Es decir, no había ningún informe. En palabras llanas, Néstor Morales, director de Blu Radio, o bien mintió descaradamente, o bien basó su argumentación en un informe falso. Ambas opciones lo dejan como un periodista mediocre. Esto es supremamente grave y no he visto a ningún medio escrito, radial o televisivo abordando este tema.
Pero si lo que acabo de referir es gravísimo, la reacción del Ministro de Defensa ante lo denunciado por Hollman Morris es de una infamia sin precedentes. Diego Molano —cuyas mayores credenciales para ser Ministro de Defensa es haber nacido en un hospital militar— dijo al aire, en diferentes declaraciones, por radio y televisión y sin sonrojarse, que si acaso había niños afectados por este ataque eso no era responsabilidad del Estado porque aquellos niños reclutados a la fuerza por grupos terroristas, a su juicio, no eran otra cosa que máquinas de guerra. Y no conforme con eso se atrevió a más: en entrevista con Yamid Amat, no se le movió un pelo al decir que una vez que esos niños son reclutados por un grupo armado pasan a ser blancos legítimos, desconociendo de esa manera todas las convenciones del derecho internacional humanitario. Aunque la hipótesis de la presencia de menores de edad en la zona del bombardeo resultara falsa (y espero que de verdad así sea) no deben pasarse por alto las escabrosas declaraciones de este gobierno.
Es insólito que uno tenga que explicar por qué estos exabruptos son de un descaro, un cinismo y un peligro monumental. Es insólito que uno tenga que explicar que los niños reclutados no son máquinas de guerra, sino víctimas de la violencia y del abandono Estatal, que son casos lamentables de la guerra eterna en medio de las vanidades políticas. Es insólito tener que explicar todo esto, sí, pero es que estamos en Colombia, un país en donde El Ejército asesinó a sangre fría a por lo menos 6402 civiles inocentes para hacerlos pasar como bajas en combate. Estamos en Colombia, un país donde una gran cantidad de ciudadanos están dispuestos a justificar la trampa y a ignorar los delitos de grandes bandidos solo porque comparten banderas políticas. Es Colombia y entonces hay que salir a explicar cosas como estas.
En un país decente, el Ministro anterior, que salió del cargo por bombardear niños, no tendría hoy un puesto diplomático en Chile. En un país decente no estaríamos hablando de niños bombardeados. En un país decente, ni Diego Molano sería Ministro de Defensa ni Néstor Morales sería director de un medio de comunicación. Pero esto es Colombia y aquí la decencia hace rato que se convirtió en una pieza de museo.
@xnulex