La reflexión de Estanislao Zuleta (Medellín, 1935-Cali, 1990) sobre la necesidad de aspirar a mejores conflictos y vivir de manera productiva e inteligente en medio de ellos es profundamente significativa para comprender la dinámica de las sociedades.
Él entendió que la ausencia total de conflicto es prácticamente imposible. Los conflictos son inherentes a la condición humana y a las interacciones sociales. En lugar de negarlos, Zuleta aboga por reconocer su existencia y trabajar hacia la mejora de su naturaleza.
La idea de "mejores conflictos" implica la posibilidad de transformar los desacuerdos en oportunidades para el crecimiento y la evolución. En lugar de vivir en constante resistencia o sufrimiento debido a los conflictos, Zuleta propone una actitud proactiva.
Todo esto implica abordar los problemas con un enfoque reflexivo y estratégico, buscando soluciones que promuevan el bienestar general.
Zuleta destaca la importancia del escepticismo respecto a la glorificación de la guerra y la disposición del pueblo a entrar en conflicto. Un pueblo maduro para el conflicto no significa una sociedad beligerante, sino una comunidad que comprende la realidad de las diferencias y está dispuesta a abordarlas de manera responsable y constructiva.
La afirmación de que un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra es un pueblo maduro para la paz resalta la paradoja de que el reconocimiento consciente de la realidad del conflicto puede ser la base para una paz duradera. Al abrazar la complejidad de las relaciones humanas, se establece el fundamento para construir una paz sólida y sostenible.
Para Zuleta el objetivo no es eliminar por completo los conflictos, sino transformarlos en fuerzas positivas. Esta perspectiva requiere un cambio en la actitud de la sociedad hacia el conflicto, adoptando una mentalidad que busque constantemente mejores formas de abordar las diferencias y construir un futuro más armonioso.