I. "CRISTO ES LA RESPUESTA"... ¿Cuál es la pregunta?


Era justo el final de la década de los años 80 del siglo pasado. Alberto y yo habíamos optado por abandonar nuestra formación de seminaristas seculares, para unirnos a la C.J.M. (la Congregación de Jesús y María, más conocida en nuestro medio como "Los Eudistas"). Éramos dos buenos amigos costeños (Santa Marta y Cartagena respectivamente) con un deseo sincero de servir a Dios plenamente en la Iglesia, y para lograrlo, queríamos formarnos como evangelizadores-formadores (Hasta el día de hoy, parece que ambos hemos permanecido fieles a esa vocación original, cada uno siguiendo su propio camino).

En aquel momento, nos encontrábamos inmersos en el estudio de la teología en la Javeriana, allá en la nevera, como solemos llamar los costeños a Bogotá. A diario, abordábamos la buseta que nos llevaba desde Usaquén hasta "las eclesiásticas" en Chapinero, un antiguo y emblemático edificio donde los Jesuitas albergaban la Facultad de Teología. Estos eran los tiempos en los que el Padre Carlos Bravo, Gustavo Baena, Alberto Múnera, Alberto Parra, Mario Gutiérrez, Neftalí Vélez, Ignacio Madera, Rodolfo de Roux, Germán Neira, Virgilio Zea, Jorge Humberto Peláez, Silvio Cajiao, Silvestre Pongutá, Isabel Corpas de Posada, entre otros, figuraban como auténticos referentes en el ámbito teológico colombiano. La lista continúa, ya que todos ellos eran considerados verdaderos pesos pesados de la teología en nuestro país.

Sí, fueron tiempos muy buenos, y ahora, que estamos en diciembre y el sol brilla diferente y las brisas nos refrescan la memoria, no puedo evitar mirar atrás con nostalgia y profunda gratitud. Puedo decir, gracias, Señor, por lo vivido. Cada segundo, cada minuto, cada día, mes y año, cada historia compartida valió la pena, como bien lo dijo el Padre Carlos Álvarez CJM en su testamento espiritual: "La vida es una aventura con Dios".

En esa época, a Alberto y a mí nos llamaban mucho la atención los grafitis que veíamos en nuestra ruta universitaria. Tal vez él recuerde cada uno de ellos mejor que yo, ya que sin duda su memoria es mucho mejor que la mía. Pero hubo un grafiti que recuerdo mucho, no porque lo haya visto con mis propios ojos, sino porque nos lo contó en clase uno de los profesores más queridos y admirados de la facultad, el Padre Alberto Parra. Era la clase de Teología Fundamental y Hermenéutica, y con las dotes histriónicas que lo caracterizaban en clase, el Padre Parra trajo a consideración la frase que da título a este artículo: "Si Cristo es la respuesta... ¿Cuál es la pregunta?"

Esta historia... continuará.

 


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