Israel frente a la acusación de genocidio y la INVERSIÓN DE LA NARRATIVA VICTIMA - VICTIMARIO
Obras son amores y no buenas razones
Introducción
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"Una mentira repetida con suficiente frecuencia y de forma contundente se convertiría en verdad" Joseph Goebbels
La acusación de genocidio contra Israel constituye uno de los debates más sensibles y polarizados de la actualidad internacional. El término, acuñado por Raphael Lemkin en 1944 y positivizado en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de la ONU (1948), designa el crimen más grave contra la humanidad: la intención deliberada de destruir a un grupo nacional, étnico, racial o religioso en todo o en parte (Lemkin, 2008; Naciones Unidas, 1948).
Sin embargo, en el terreno político y mediático, el concepto ha sido instrumentalizado para deslegitimar al Estado de Israel, presentándolo como victimario y ocultando la intención manifiesta de Hamás de aniquilarlo. Como muestra la experiencia histórica del pueblo judío —desde los pogromos en Europa oriental hasta el Holocausto nazi—, el antisemitismo adopta nuevas formas narrativas, pero conserva la misma lógica: invertir los roles de víctima y verdugo.
Este artículo sostiene que Israel no es un Estado genocida, sino una nación que libra una batalla defensiva frente a un enemigo que proclama su deseo de borrarlo del mapa. Para demostrarlo, se examinan: el marco jurídico del genocidio, el trasfondo histórico del antisemitismo, la intencionalidad expresa de Hamás y la inversión discursiva en la arena internacional.
1. El genocidio: definición jurídica y aplicación al caso israelí
El genocidio, según la Convención de 1948, implica:
- actos de asesinato, sometimiento, traslado forzoso o impedimento de nacimientos;
- dirigidos contra un grupo protegido;
- con la intención específica (dolus specialis) de destruirlo total o parcialmente (Naciones Unidas, 1948; Escudero, 2012).
Aplicar este concepto al conflicto israelo-palestino requiere distinguir entre:
- Daños colaterales en un conflicto armado y
- Política estatal de exterminio deliberado.
La evidencia histórica y jurídica muestra que Israel nunca ha declarado ni ejecutado un plan sistemático de exterminio del pueblo palestino. Sus operaciones militares han tenido objetivos de defensa y neutralización de organizaciones terroristas (Hamás, Yihad Islámica), responsables de ataques indiscriminados contra civiles israelíes. En cambio, los estatutos de Hamás de 1988 proclaman abiertamente la eliminación del Estado judío (Díez Alcalde, 2017).
2. Memoria histórica: de los pogromos al Holocausto
Los pogromos, definidos como ataques violentos y organizados contra comunidades judías con complicidad estatal, constituyeron un patrón de persecución recurrente en Europa oriental durante los siglos XIX y XX. Odesa (1821), Kishinev (1903) o Kielce (1946) representan hitos de una violencia que precedió y acompañó al Holocausto nazi (Avrutin & Bemporad, 2021).
Esta memoria de indefensión explica la urgencia histórica del sionismo político y la fundación del Estado de Israel en 1948 como garantía de seguridad. Como ha mostrado Yosef Hayim Yerushalmi (2002), la memoria judía está tejida por el hilo de la persecución y la resistencia. Israel es la respuesta política a una historia de victimización colectiva.
En este marco, acusar al Estado judío de genocidio constituye no solo un error conceptual, sino una revictimización simbólica.
3. Israel en guerra: defensa y supervivencia
Desde 1948, Israel ha enfrentado guerras de supervivencia: la Guerra de Independencia, la de los Seis Días, la de Yom Kippur y los conflictos contra Hezbolá y Hamás. En todos los casos, los actores árabes y palestinos proclamaron objetivos de aniquilación: “echar a los judíos al mar” (Shlaim, 2001; Morris, 2008).
Los estudios historiográficos muestran que Israel, aun en sus operaciones ofensivas, actuó en clave preventiva, ante amenazas existenciales (Carr, 1990; Collingwood, 1994). Los documentos compilados en Los hijos de David confirman que los enfrentamientos fueron leídos por Israel como batallas de supervivencia y no como proyectos de expansión
4. Hamás: la intención de aniquilación
El Pacto de Hamás de 1988 establece: “Israel existirá y continuará existiendo hasta que el Islam lo elimine” (Hamás, 1988/2007). En 2017, un nuevo documento suavizó la retórica, pero nunca reconoció el derecho de Israel a existir (Díez Alcalde, 2017).
La masacre del 7 de octubre de 2023, con 1.200 civiles asesinados y 251 rehenes secuestrados, constituye una prueba empírica de esa intención genocida. El empleo de escudos humanos y el lanzamiento indiscriminado de cohetes desde áreas civiles en Gaza muestran una estrategia que sacrifica a la propia población palestina para invertir la narrativa internacional (Fraser, 2024).
5. La inversión narrativa: víctima como victimario
En la arena mediática y diplomática se ha instalado la idea de que Israel es agresor genocida. Este fenómeno se explica por:
- El impacto visual de las imágenes de Gaza, que generan empatía inmediata sin contexto (Navarro-Galace & Castro, 2019).
- El antisemitismo transmutado en antisionismo, que reactualiza estereotipos de dominación judía (Taguieff, 2004).
- La geopolítica, donde actores como Irán o Turquía utilizan la narrativa antiisraelí para reforzar sus agendas regionales (Kamrava, 2020).
La historiografía crítica muestra que esta estrategia es análoga a la de los pogromos: acusar a los judíos de ser culpables de las desgracias que ellos mismos sufrían
6. Obras son amores: los hechos frente a la retórica
Israel ha demostrado en la práctica que no persigue la destrucción del pueblo palestino:
- Tratados de paz con Egipto (1979) y Jordania (1994), incluyendo devolución de territorios.
- Integración de la minoría árabe-israelí (20% de la población), con representación política, acceso a universidades y hospitales.
- Advertencias militares previas a bombardeos y mecanismos de protección civil inéditos en conflictos bélicos.
Estas obras contrastan con las de Hamás: masacres de civiles, adoctrinamiento escolar en el odio y uso de hospitales y escuelas como plataformas de ataque.
Conclusión
El concepto de genocidio, empleado como arma política contra Israel, distorsiona la realidad histórica y jurídica. Israel no cumple con los criterios de genocidio definidos por la Convención de 1948; en cambio, Hamás sí exhibe la intención de aniquilar a su enemigo.
“Obras son amores y no buenas razones”: Israel ha mostrado con hechos —tratados, integración, defensa de civiles— que su objetivo no es destruir, sino sobrevivir. Hamás, por el contrario, con sus obras —masacres, cohetes, retórica de exterminio— revela la naturaleza genocida de su proyecto.
Invertir la narrativa no solo es un error analítico, sino una injusticia histórica: transforma a un pueblo marcado por pogromos y holocaustos en victimario, y a un actor que proclama su voluntad de exterminio en víctima. La tarea académica y política es desenmascarar esta inversión, pues la justicia exige reconocer al verdadero agresor.
Referencias
- Avrutin, E. M., & Bemporad, E. (2021). Pogroms: una historia documental. Oxford University Press.
- Carr, E. H. (1990). ¿Qué es la historia? Penguin Books.
- Collingwood, R. G. (1994). La idea de la historia. Fondo de Cultura Económica.
- Díez Alcalde, J. (2017). Hamás y la política palestina: entre la resistencia y el poder. Real Instituto Elcano.
- Escudero, R. (2012). Crímenes internacionales y jurisdicción universal. Trotta.
- Fraser, T. G. (2024). The Arab-Israeli Conflict. Routledge.
- Gadamer, H.-G. (1999). Verdad y método I. Sígueme.
- Kamrava, M. (2020). La política de Oriente Medio. Bellaterra.
- Lemkin, R. (2008). Axis Rule in Occupied Europe. Carnegie Endowment.
- Morris, B. (2008). 1948: Una historia de la primera guerra árabe-israelí. Yale University Press.
- Naciones Unidas. (1948). Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio. ONU.
- Shlaim, A. (2001). El muro de hierro: Israel y el mundo árabe. W. W. Norton.
- Taguieff, P.-A. (2004). La nueva judeofobia. Gedisa.
- Yerushalmi, Y. H. (2002). Zajor. La memoria judía y la historia judía. Anthropos.