LA (IN) DISCIPLINA DEL CELIBATO


  • Han pasado ya 14 años: Este articulo fue escrito para el Diario el Universal de Cartagena y publicado en el año 2009 a raíz del retiro del ministerio sacerdotal del entonces sacerdote católico romano: Alberto Cutié.

Articulo original publicado en 2009

A propósito de lo sucedido con el P. Alberto Cutié (a quien sigo admirando por su carismática forma de vivir el sacerdocio) comparto con ustedes estos “pensamientos en voz alta” desde mi condición de laico, teólogo y miembro activo de la Iglesia Católica.

Primer pensamiento: El celibato es una cosa, el sacerdocio es otra. Al inicio de la iglesia los diáconos y diaconisas, presbíteros y obispos (miembros del orden sacerdotal) eran casados. El celibato (soltería) era una verdadera “opción” para los ministros ordenados; paulatinamente se fueron coligando hasta que se fusionaron en la Edad Media, de modo que para ser sacerdote el hombre tenía que ser célibe (soltero) y además casto, es decir, permanecer conforme al estado de vida elegido (esto significa para ellos: abstinencia sexual-genital total).

Segundo: Algunas de las razones de la evolución histórica del celibato en la Iglesia fueron de tipo espiritual (por ejemplo: solteros para dedicarse de lleno al servicio del Reino de Dios), de tipo antropológica (por ejemplo: una visión “negativa” de la sexualidad: el sexo contamina las intenciones humanas, las vuelve impuras e intoxica el cuerpo), de tipo económica (por ejemplo ¿los bienes adquiridos por el sacerdote son de la iglesia o de su familia?) y política (por ejemplo: para frenar el nepotismo).

Tercero: Pese a las “buenas” intenciones del celibato en la iglesia, la realidad nos muestra que también es una fuente de graves problemas psicológicos y morales. Un problema serio es el síndrome del navegante (en cada puerto, un amor), otro es el síndrome del closet (guardados en el closet de la iglesia so pretexto del celibato para ocultar sus inclinaciones homosexuales) y otro más es la aberración pedófila; aparte de las múltiples demandas legales que acarrean los casos anteriores que terminan afectando también las arcas misioneras de la iglesia (problema económico).

Cuarto: A propósito del caso concreto del Padre Cutié quiero resaltar que aún hoy siguen siendo más llamativos para el público los pecados sexuales que los sociales, a la gente del común le preocupa y habla con más libertad sobre estos temas que sobre la corrupción político-económica y la falta de solidaridad al interior de la iglesia, la marginación del laico y en especial de la mujer en la toma de decisiones estratégicas, o del papel que juega la iglesia frente a los desplazamientos forzosos, la desigualdad social y la impunidad para los de cuello blanco; los pecados sociales suenan a pecados ajenos, e incluso atreverse a hablar de ellos es exponerse a que le cuelguen el rótulo de “terrorista”.

Concluyo esta reflexión con una recomendación al P. Cutié: Guarde silencio, ore y no se apresure a tomar una decisión; a la Jerarquía de la Iglesia: Tomen en serio lo que está pasando con la (in)disciplina del celibato, abran las puertas del diálogo y revisen su “impuesta” (con)fusión con el Orden Sacerdotal, recuerden que no es teológicamente “obligatorio” mantenerlos unidos; a los no católicos, les recomiendo respeto y prudencia en sus comentarios, el celibato no es un absurdo ni teológico, ni biológico, tiene su razón de ser, es también un auténtico “signo” de lo que es el amor verdadero;  en lo personal, les recomendaría tratar de entenderlo mejor a la luz de los “carismas” en la Iglesia, antes de juzgarlo en forma pre-juiciosa.

Para el diálogo

  1. ¿Cómo evolucionó históricamente la relación entre el celibato y el sacerdocio en la Iglesia Católica, y cuáles fueron las razones espirituales, antropológicas, económicas y políticas que influyeron en esta evolución?

  2. ¿Cuáles son los problemas psicológicos y morales asociados al celibato sacerdotal, según la perspectiva del autor, y cómo impactan estos problemas en la Iglesia, tanto a nivel interno como en términos económicos?

  3. ¿En qué medida el caso específico del P. Alberto Cutié destaca la atención pública sobre los pecados sexuales en comparación con los pecados sociales? ¿Cómo aborda el autor la preocupación de que se hable con más libertad sobre los primeros en detrimento de los segundos?

  4. ¿Cuál es la recomendación del autor para el P. Cutié y para la Jerarquía de la Iglesia en relación con la (in)disciplina del celibato? ¿Por qué sugiere el autor que la Jerarquía debería revisar la fusión del celibato con el Orden Sacerdotal?

  5. ¿Cómo argumenta el autor a favor del respeto y la prudencia en los comentarios de aquellos que no son católicos sobre el celibato? ¿Cuál es la posición del autor sobre la naturaleza y la importancia del celibato como un "signo" de amor verdadero?

 

 

 


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