Del amor y otros demonios


Es uno de mis libros favoritos. Lo leí por primera vez cuando tenía 14 años y lo volví a leer años después.
La historia de un amor imposible sucedido en una época en la que todo lo inexplicable era visto como una señal del demonio y en la que los personajes luchan sin muchas esperanzas pero con todas sus fuerzas por estar juntos, se quedó en mi memoria.

Sierva María, hija de nobles criollos, crece de la mano de los esclavos y por uno de esos cruces inciertos del destino termina encerrada en el Convento de Santa Clara sospechosa de una posesión demoniaca.
El sacerdote Cayetano Delaura, encargado de sacarle el demonio, se obsesiona con la niña desde antes de conocerla y se enamora de ella sin poder ayudarla.
La directora, Hilda Hidalgo, tenía mucho a su favor, es uno de los libros más cinematográficos de Gabriel García Márquez, los edificios en los que se desarrolla la historia aún están en pie; y, como es usual en las obras de Gabo, los personajes son fuertes y bien definidos, el lector se hace una imagen detallada de los rasgos y características físicas, mentales y hasta espirituales de cada uno de ellos.
Por eso tenía muchas expectativas con la película, luego de ver la adaptación cinematográfica de la directora costarricense, desempolvé el libro para ver si mis recuerdos me traicionaban y con los años mi imaginación había cambiado la historia y le había adjudicado a los personajes rasgos que en realidad no tenían.
No me equivocaba. Los personajes habían quedado en mi memoria tal cual como García Márquez los había dibujado a través del libro, en la película simplemente parece que los hubieran pasado por agua.
La personalidad de cada uno de ellos se perdió. El carácter volátil, rebelde y hasta cínico de Sierva María no aparece en la película; el conflicto espiritual y la oleada de emociones desbordadas que el padre Cayetano Delaura sentía y el tormento que pasaba cada vez que estaba cerca de ella no se trasmiten en la película.
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Es más, el amor imposible y prohibido que viven los protagonistas, que es el centro del libro, pierde importancia.
Hasta la supuesta posesión demoniaca y el exorcismo que le hacen a Sirva María pasan a un invisible tercer plano.
La película termina y la historia queda en el aire. No he terminado el libro en esta oportunidad pero recuerdo que uno de los momentos más fuertes es el exorcismo de la niña, en ese momento se rinde y pierde las pocas ganas de vivir que le quedaban.
En la versión de Hidalgo no se sabe qué pasa con ella ni con Delaura.
A pesar de ser un poco lenta y sólo un brochazo de la historia original, la directora creó imágenes hermosas, hay momentos que parecen pinturas en movimiento, pero del libro, muy poco.
Quien no lo haya leído podrá disfrutarla sin pensar en las comparaciones ya que es una película estéticamente bien hecha, tiene una fotografía bonita, las locaciones fueron bien escogidas, la ciudad antigua con su arquitectura colonial, conservada en pleno siglo XXI, sólo necesitó unos pequeños detalles para transportarse a la época en que era uno de los principales puertos de esclavos de la región.
El casting también estuvo acertado, Eliza Triana y Pablo Derqui físicamente le dan vi-da a Sierva María y a Cayetano Delaura pero el espíritu de los personajes se desvanece.
La única excepción es el papel que interpreta Margarita Rosa de Francisco como la Marquesa Bernarda, madre de Sierva María, no por su actuación, sin importar el papel que encarne casi siempre recibe elogios, sino por estar distante de la descripción que se hace en el libro de la marquesa criolla, una mujer que alguna vez había sido muy hermosa pero que su adicción al cacao la había convertido en su ser desagradable a la vista y al olfato.
Es una adaptación libre y artística que en-golosina los ojos por el cuidado estético con la que fue pensada y realizada pero desafortunadamente, en los que leímos el libro, queda la sensación de que le faltó acercarse más al conflicto de los personajes.