The Fighter: una historia agridulce de superación y boxeo


The Fighter tiene todos los ingredientes para ganarse el corazón de los que decidan verla. Es una historia de superación (a quién no le gusta ver que los buenos consiguen al final lo que siempre han deseado); también es una historia de amor, de apoyo, de segundas oportunidades y de sacrificados deportistas.

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A pesar de contener todos los clichés de las películas sobre deportistas, es una buena producción por la calidad de las actuaciones y la sencillez de la narración.
Cuenta la historia de Micky Ward campeón mundial de boxeo en varias oportunidades que sigue los pasos de su descarriado hermano Dickie Eklund.
The Fighter es mucho más que una película de boxeo (afortunadamente). Los amantes de ese deporte la disfrutarán porque es fiel a ese capítulo en la historia de Ward que lo llevó a ganar su primer titulo mundial reviviendo sus entrenamientos, las técnicas que utilizaba y los enfrentamientos que tuvo, al igual que la disfrutamos, por razones muy diferentes, los que pensamos que el boxeo es una práctica primitiva.
Se destaca (como siempre) Christian Bale personificando a Dickie Eklund un ex boxeador adicto a la heroína que no supera su máximo momento de gloria cuando le ganó a Sugar Ray Leonard una pelea y vive de la fama imaginaria que sólo es incentivada por su familia.
Para meterse en el personaje, Bale bajó drásticamente de peso (ya lo había hecho para El Maquinista). Del actor que interpretó a héroes legendarios como Batman y John Connor sólo quedaron los huesos, literalmente.
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Lo bueno fue que, siguiendo la tradición, Bale se llevó este año la estatuilla a mejor actor de reparto. Hollywood celebra y premia que sus actores consentidos se comprometan en cuerpo y alma con su trabajo.
A parte de la exigencia física, la interpretación de Bale de un adicto es impecable. Refleja la ansiedad, la inmadurez emocional y el mundo de fantasía en el que permanece mientras pretender ocultarle a su familia lo evidente.
Bale no fue el único que tuvo que transformarse para la película. Mark Wahlberg (Micky Ward) tuvo que entrenar durante cinco años para mantener el físico de un boxeador hasta que los productores consiguieron el dinero para financiar el film.
Aunque es más sencilla, la actuación de Wahlberg también se destaca.
Si las características del personaje de Bale lo ayudaron a lucirse, las de Micky Ward hacen que Wahlberg tenga un bajo perfil durante la película pero así es el personaje, controlado, fuerte, callado y cerebral, siempre se sintió como la sombra de su hermano, el segundo en todo, hasta en el afecto de la mamá.
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Dickie era impulsivo en sus peleas y en su vida. Como todos los adictos, era egoísta y sólo pensaba en la satisfacción inmediata, a diferencia de Micky quien analizaba todo, “el boxeo es como el ajedrez, no todos los movimientos son para ganar”, dice en algún momento y esa frase refleja todo el espíritu del personaje.
Micky aguanta los golpes en el ring y aguanta a su familia disfuncional y todas sus decisiones erradas. La aguanta porque su hermano antes de ser un drogadicto fue su héroe y el que le inculcó la pasión por el boxeo y porque su madre, a pesar de la malas decisiones que toma siendo la manager de Micky, está convencida (como muchas mamás) que nadie sabe mejor que ella lo que le conviene a su hijo.
"De buenas intenciones está hecho el camino al infierno", dice el refrán pero los lazos de sangre son más fuertes que los sentimientos generados por el fracaso.
Mickey logra romper el círculo vicioso cuando conoce a Charleen (Amy Adams) una mesera de la que se enamora y la primera en señalarle que el "amor y apoyo" de su familia están destruyendo su futuro.
Y si, los clichés están allí, a lo largo de toda la película y en el final feliz: se queda con el campeonato mundial, con la chica y su hermano se rehabilita para seguir entrenándolo, pero esos lugares comunes pasas casi desapercibidos por la forma en la que fue filmada.
La película es mas cercana al documental que a las super producciones de Hollywood. Desde las primeras escenas los dos géneros audiovisuales se entrelazan, la historia empieza con imágenes de un documental que un canal de cable está filmando sobre Dickie y marcan el ritmo que tendrá el resto de la historia en la que los personajes, con más defectos que virtudes, son la causa, el efecto y las consecuencias de todos los sucesos en la vida de Micky.
Hay rumores sobre una secuela, Micky Ward ganó tres campeonatos mundiales, suficiente material para otra película pero creo una sola bien contada basta.


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