Solo Spielberg podía llevar al cine a Tintín con la dosis justa de modernidad y sin que perdiera su esencia. Y literalmente sólo Spielberg podía hacerlo porque fue a él a quien en los 80 Hergé le cedió los derechos de la obra después de ver Los cazadores del Arca perdida (1981).
Pasaron varias décadas y algunos avances tecnológicos para que Tintín, dirigida por Spielberg y producida por George Lucas, llegara a las salas de cine como un producto que se tomó su tiempo y se maduró lo suficiente para agradar a los seguidores de la caricatura y atrapar a quienes no lo conocían.
El principal acierto de El secreto del Unicornio es la técnica en la que fue realizada (motion capture) que mantiene la fantasía del cómic y la veracidad justa que debe tener una historia de aventuras.
La técnica permite capturar los movimientos de los actores para después mezclaros con dibujos en 3D. El resultado es una animación muy real que por momentos se ve tan vivida como una filmación tradicional y en otros tan colorido y contrastante como suelen ser las caricaturas.
Todo en los momentos justos: es increíblemente real en las escenas de acción y persecuciones y en específico cuando Tintín y el Capitán Hadook están perdidos en el desierto y cuando naufragan. El toque de comic lo tiene en los episodios de humor, algunos de ellos protagonizados por los torpes policías Hernández y Fernández.
Los personajes, fieles a los libros, son interpretados por actores reconocidos aunque se pierden en las caracterizaciones, algo a favor para mantener la magia de la película.
Jaime Bell (Billy Elliot, 2000) como Tintín, Andy Serkis (Si el nombre no le dice nada recuerde a Gollum de El Señor de los Anillos y a Oscar en el The rise of the planet of the apes, 2011) como el Capitán Haddoock y Daniel Craig (James Bond, 2006, 2008, 2011) como el villano Rackman, le dan vida al mundo de Tintín ambientado en la Europa de principios del siglo XX.
La obra de Hergé ha sido duramente criticada por ser supuestamente racista y misógina, sin entrar en polémicas ni justificaciones hay que tener en cuenta la época en la que vivió el autor belga.
Hasta mediados del siglo XX Bélgica tenía colonias en África y es una realidad la visión sesgada que los colonizadores europeos tenían de los africanos, no muy distante de la que siglos antes tenían los colonizadores españoles de los indígenas americanos. Una muestra de la ceguera europea colonizadora es que fue hasta principio de los 90 cuando se abolió el apartheid en Sudáfrica, un episodio en la historia de la humanidad tan vergonzoso como lo es el holocausto judío.
Hergé no fue inmune a esa visión colonizadora que quedó plasmada en el libro Tintín en el Congo donde muestra a los nativos africanos como ingenuos e ignorantes. Hoy en día quieren agregarle al cómic un letrero que advierta sobre su contenido racista.
Lo de misógino se lo atribuyen porque en sus aventuras Tintín se cruza con muy pocos personajes femeninos y los que hay, son lo que son, caricaturas, exageraciones.
También se le acusó de antisemita por tener entre sus personajes a un villano con apellido judío, aunque, aparte de eso, no hay evidencia de que Hergé apoyara la causa Nazi cuando los alemanes invadieron Bélgica.
Por lo visto Spielberg, judío y director de una de las películas más desgarradoras sobre el holocausto (La lista de Schindler, 1993), no tuvo en cuenta esas insinuaciones y fue él quien reivindicó la obra de Hergé y llevó al cine a Tintín con todas sus virtudes.
Próxima película: El árbol de la vida (2011).