Los chicos están bien


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La historia de base de Los chicos están bien es tan antigua como la necesidad de los humanos de juntarse y reproducirse, sazonada con los conflictos que se generan cuando un tercero se involucra en la relación pero con un componente que la vuelve contemporánea: la familia protagonista está formada por una pareja de lesbianas y sus dos hijos adolescentes.
Apartando el hecho de ser una pareja homosexual, la familia es completamente tradicional. Después de varios años de estar juntas, Nic y Jules han caído en una cómoda monotonía, una de sus integrantes siempre desempeñó el rol del proveedor y la otra se dedicó a "cuidar a los niños en la casa", excusa para justificar el fracaso de todos los proyectos laborales que emprendía.
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Los chicos, Laser de 15 años y Joni de 18, no son rebeldes, no están traumatizados, crecieron en un ambiente protegido y privilegiado rodeados de personas que los querían, como el título lo indica, están bien.
El problema son los adultos. Los confundidos y los que están en busca de una identidad en este caso no son los adolescentes sino los adultos.
La familia es cómodamente feliz hasta que Laser siente curiosidad por conocer a su padre biológico, el hombre que vendió el esperma con el que se inseminó a las madres (cada una tuvo un hijo), los chicos se ponen en contacto con el hombre y lo involucran en sus vidas.
El personaje, Paul, resulta ser uno de esos espíritus libres que vagan por el mundo siguiendo sus propias reglas, el eterno adulto adolescente, sin mayores ataduras ni responsabilidades.
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No es una mala persona pero termina atravesándose en la dinámica familiar, es casi como una rémora emocional que encuentra en esa familia la estabilidad y la madurez que no estaba buscando.
Todos los personajes de la película a excepción de la madre proveedora, Nic, el pilar de toda la familia, la que nunca estuvo de acuerdo en conocer al padre biológico y mucho menos incluirlo en sus vidas, están en un punto de transformación.
Los chicos están creciendo y experimentando el control de sus propias vidas mientras las madres pasan por una transición en su relación. Ya criaron dos hijos, llevan mucho tiempo juntas pero Jules no se siente valorada y apreciada por Nic y termina engañándola con Paul.
¿Puede una relación, una familia, resistir una intromisión de ese tipo?
El fuerte de la película es la historia, no es un manifiesto a favor de los derechos de los homosexuales de tener y criar hijos, eso sólo hace parte del contexto; Los chicos están bien es sobre lo complejas que pueden ser las relaciones humanas en la actualidad y los difusos límites que existen a veces entre la profundidad de los sentimientos y lo superficial de las pasiones momentáneas y el dolor que pueden causar si se llegan a cruzar.
Para soportar una historia tan sencilla pero con tanto peso era necesaria actuaciones completamente comprometidas y entregadas a los personajes como las que ofrecieron Annette Benning, como Nic; Julianne Moore, como Jules y Mark Ruffalo como Paul, nominado por ese papel a mejor actor de reparto en los pasado premios Oscar.


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