De las diez películas nominadas a llevarse el título de la mejor del 2010 me he visto cinco con mucho esfuerzo, algunas en la diminuta pantalla de mi mini HP de 10 pulgas, otras más afortunadas en la comodidad de mi cama, ninguna en una sala de cine.
Seguramente llegarán después de la premiación, muy tarde para mi incontrolable ansiedad.
Esperaba vérmelas todas (o por lo menos la mayoría) antes de hacer un repaso por ellas pero mejor vamos por partes y les cuento lo bueno lo malo y lo feo de las que llevo hasta el momento.
Hoy empiezo con Origen (2010).
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Protagonizada por Leonardo DiCaprio, Origen (Inception) es paranoica, se mete en el inconsciente y perturba, por lo menos yo quedé perturbada por varios días con el pensamiento del poder que puede tener una idea.
Cuando se siembra una idea en la mente difícilmente hay vuelta atrás. No hay razones que valgan ni lógica que resista. La idea, por minúscula que sea, cobra vida y crece hasta que se vuelve una verdad irrefutable, "es el parásito más resistente", dice el protagonista en algún momento.
Creo que nos ha pasado a todos, no en el contexto fantástico y hasta metafísico que plantea Christopher Nolan, pero todos, en algún momento, hemos sido víctimas de lo que empieza como una inquietud inofensiva y se vuelve una obsesión.
Nolan lleva esa premisa hasta el límite y la utiliza para armar la trama: Cobb (Leonardo DiCaprio) dirige un grupo que se encarga de implantar ideas en la mente de otras personas para conseguir propósitos determinados, muchas veces con fines non sanctos.
Para hacerlo, diseñan sueños.
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Como en cualquier sueño ese espacio tiene sus propias reglas espaciales, temporales y hasta físicas.
Montan un escenario y actuaciones ceñidas a un guión, como si se tratara de una obra de teatro, para llevar a la victima hacia la idea determinada.
Todo el proceso se realiza en el momento más sugestionable, durante el sueño.
Al despertar, al mejor estilo de Calderón de la Barca (toda la vida es sueño y los sueños, sueños son) la víctima no diferencia entre el sueño, la realidad ni la idea que fue implantada que lenta pero progresivamente empieza a crecer.
Los laberintos de la mente parecen ser un tema atractivo para el director Christopher Nolan. Ya lo había mostrado en sus versiones de Batman (Begins y The dark knight) que no perdieron la oscuridad que caracteriza al personaje original de los comics ni el toque gótico que le había insuflado Tim Burton. Nolan le dio profundidad psicológica a sus personajes y los hizo humanamente imperfectos y complejos, como somos en realidad y como es Batman, un súper héroe sin súper poderes, un simple humano con una idea: luchar contra el crimen.
Una idea por buena o por mala que sea es egoísta, al sucumbir a ella siempre se busca el beneficio y la satisfacción propia: la tranquilidad mental, acallarla, realizarla, superarla para poder pasar a la siguiente.
Lo bueno: La música mantiene la expectativa y genera tensión durante toda la película, no deja un segundo de sosiego (Escucharla en el enlace).
Lo malo: El espectador se puede perder en el laberinto de sueños que conforman la historia y perder por momentos el hilo.
Lo feo: Se los quedo debiendo, no se me ocurre nada.
Enlaces:
Soundtrack
http://www.inceptionscore.com/