Backstreet Boys: el sueño, el momento, el recuerdo


De MTV a Youtube y de ahí al Movistar Arena de Bogotá. Tres pasos, dos fans, un sueño y 22 años esperando para lograrlo: ver a los Backstreet Boys en concierto. La boy band más amada y recordada de los 90’s hoy son un quinteto de cuarentones guapos y siguen siendo el top of my heart.

Camino al sueño

14 de agosto: la prensa anunció que BSB llegaría a Colombia por primera vez (y tal vez la única). Pegué un grito ensordecedor en mi oficina (donde tan solo llevaba 13 días trabajando) y le avisé a la única amiga fan que sabía que se le medía a darlo todo anywhere for them: Natalia.  Mi sueño de niña de 7 años que suspiraba por unos tipos más grandes que ella, y el sueño de 15 de Naty, que quiso verlos en Brasil como regalo por su cumple y su papá no le dio permiso; este par de adultas estaban listas para atravesar la geografía sólo por cantar a todo pulmón: ¡rock your body, right, Backstreet’s back all right!

2 de septiembre: primer día de preventa nacional, estas fans no le madrugamos al sueño y el exceso de confianza nos hizo patinar. Natalia me advirtió que en su presentación en Viña del Mar en febrero de 2019 se habían agotado las entradas a las 2 horas, sin embargo, yo llegué a las 5:00 pm a comprarla, con toda tranquilidad hasta que el vendedor me dice: “No hay boletas, solo PIT (la más cara)”. 14000 fans se nos adelantaron y el sistema había colapsado.

¿Cuándo en la vida iban a anunciar una segunda fecha? ¿Cómo le digo a Natalia que, no fui tan rápido como me pidió y que no hay boletas para nosotras? Hice lo que toda fan madura de 27 años haría en un momento como ese: me puse a llorar. Cinco minutos después y ante mi desesperada insistencia, como si soplara el viento de la rosa de Guadalupe el de la taquilla me dijo: “encontré dos boletas en la misma localidad, pero están lejos”, pero como lo que queremos es estar cerca de ellos le dije: ¡hágale! Y cuando las tuve en mis manos, comenzó el conteo regresivo de nuestro sueño adorado.

DNA WORLD TOUR

Viajamos a Bogotá el día bisiesto. A Naty casi la deja en avión, y lo peor ¡tenía mi boleta! Estábamos tan ansiosas que no dormimos más de 5 horas esa noche.

El gran día, llegamos al Movistar Arena desde las 3:00 pm, los minutos eran eternos y todavía nos parecía increíble que fuera real. Nos encontramos en la fila a 3 bogotanas que fueron solas: tienen entre 30 y 35 años, se tenían a sí mismas y su gran sueño como la mejor compañía. Una de ellas, Lynda, nos contó que la noche anterior salió con su esposo a recorrer los posibles hoteles en los que estuvieran hospedados a ver si los alcanzaba a ver. No lo logró, pero debo decir que su esposo es muy amable y alcahueta.

Poco a poco fue llenándose el Movistar Arena de 14.000 soñadores ansiosos. Casi todos con camisetas con nombre de canciones o mensajes alusivos al grupo. Parece que a todos se nos saltaba la emoción por la ropa. Vi a una mujer embarazada, dos señoras como de la edad de mi mamá (y me proyecté a esa edad en esos shows), a un niño como de 12 años con sus dos papás (familia que ve a BSB unida, permanece unida) y a una joven de algunos 30 años, al parecer, paciente de quimioterapia, a juzgar por su poco cabello, color y tapaboca. Vi muchas más chicas llegar y sentarse solas, en total conté 8, con las 3 que habíamos visto en la fila.  Ese día no había límites ni excusas para cumplir el sueño retrasado de dos décadas: ni edad, ni compañía, ni enfermedad, ni cansancio, ni miedo al avión (mi caso). Teníamos una cita con la nostalgia y una deuda con nuestra infancia y adolescencia.

Entramos. A las 8:00 pm se apagaron las luces y comenzaron las dos mejores horas de mi vida (juro que no exagero, o si no que lo diga los otros 13.999 fans que lo vivieron) y cuando sonó I wanna be with you me quité 20 años y empecé a llorar como una niña de 7. La nostalgia me mojó los ojos y empecé a corear con una voz que me salía del alma, con la de la niña que los contemplaba detrás del televisor, cuando tocaba verlos en MTV, y no había forma de devolver ni repetir canciones, y teníamos que esperar que el azar se pusiera de nuestro lado para volverlas a ver. Pasó por mi mente la película de mi vida: de cuando cantaba con mi inglés improvisado y cancionero en mano I want it that way, y buscaba palabra a palabra en un viejo diccionario de inglés – español el significado al menos del título. Una bogotana que estaba a mi izquierda, que fue con su esposo me decía: “no llores más, es real” y me sobaba la espalda: it’s crazy but it’s true.

El show superó todas mis expectativas: todos saludaron al público, interactuaron con las primeras filas, se tomaron fotos, firmaron autógrafos, celulares, tocaron manos… Hasta AJ y Kevin se cambiaron de ropa en pleno escenario. Nos contaron de sus ganas de venir a Colombia, Howie habló un poco de español y cuando dijeron en coro “Nunca te haré llorar” literalmente hice lo contrario.

Uno de los momentos más bellos de la noche fue cuando de repente una tribuna empezó a gritar “Kevin, Kevin, Kevin” y nos unimos al coro. Fue el Backstreet Boy que se retiró entre 2006 y 2012 y sentí que era una manera de agradecerle que estuviera ahí. Ellos son Unbreakable, un quinteto perfecto, afortunadamente Kevin entendió que lo extrañamos y volvió.

Luego de verlos cantar I want it that way vestidos de blanco y de creer que se habían despedido, sucedió algo que no me imaginé ni en el año 3000: salieron con la camiseta de la Selección Colombia y cantaron Larger than life, lo sentí como un homenaje a este país que esperó pacientemente 27 años para estar en su agenda, amándolos como el primer día, more than that.  

10:00 pm. Bogotá. Salió el confeti de despedida y nuestros corazones decían: BSB, don’t go breaking my heart. Prendieron la luz, Natalia y yo nos volvimos a ver, luego de estar separadas por 6 sillas, estábamos levitando y sin poderlo creer.

Para algunos, su sueño es conocer el mar, o viajar, o comprarse tal celular/bolso/zapato de tal marca, o hacerse tal cirugía. Los sueños no tienen dimensiones ni categorías y mucho menos, fecha de vencimiento. El nuestro permaneció guardado 22 años en nuestros corazones esperando fecha y hora indicada para realizarse. 14.000 niños y adolescentes de los 90’s y 00’s se reunieron a cumplir un sueño sin tiempo like 2 in a million, like once in a life.

Ver a los Backstreet Boys era un sueño que parecía imposible, luego fue un momento maravilloso y hoy uno de los mejores recuerdos, misión cumplida. ¿Cuál es el tuyo?


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