¿Y si una compañera de 10° se convierte en tu novia en 11°, es tu fiel compañera durante toda la carrera y al terminarla se juran amor eterno en el altar?
Hemos perdido la fe en el amor y podríamos dudar que en estos tiempos sucedan historias como esas, probablemente creemos que ese amor puro, fuerte y perseverante sólo es producto de la imaginación, como el de Fermina Daza con Florentino Ariza que conservaron sus sentimientos durante 53 años, 7 meses y 11 días con sus noches hasta que se les dio la oportunidad de vivir a plenitud.
Si le sumamos el reggaeton con sus letras que conllevan al "amor express" y Jerry Rivera diciendo que amores como esos cada vez hay menos y que van desapareciendo como los unicornios (que en realidad no existen) el pronóstico del verbo amar es fatalista y se siembra en la memoria colectiva la creencia de que el verdadero amor es cosa de las Princesas de Disney y nada más.
Las famosas parejitas "bombril", esas que siempre presionamos con la pregunta " ¿cuándo es la boda? " o de las que opinamos, a veces en tono impertinente "¡todavía siguen juntos!" son en muchos casos la fiel muestra de que el amor del que hablan en los libros aún pulula entre nosotros. Mucho o poco tiempo, cada cual tiene sus razones para elegir el momento de dar el siguiente paso, y es algo que los espectadores debemos aprender a entender y respetar, lo realmente valioso es que a pesar de los años transcurridos los sueños, metas y el amor se construyan día a día y las ganas crezcan exponencialmente.
Reconozcamos que nos cae el afán porque nuestros amigos que llevan más de 3 años se casen, nos escandalizamos en voz alta cuando llevan mas de 6 años de relación y a los que pasan de 8 casi que los insultamos y no esperamos oportunidad para hacerlos blanco de indirectas y críticas; desconocer el objetivo de los demás nos hace tener opiniones ligeras. En todo caso siempre somos los más felices con la noticia de que se nos casa el bombril... A tal punto que de tanto esperar resulta una sorpresa
Una relación no tiene que ser corta ni larga: la medida del amor es amar sin medida, el reto es permanecer, edificar y mantenerse, entrar a la iglesia mirándose mutuamente con lágrimas en los ojos, prometerse darse el sol todos los días, prometerse ese idilio toda la vida, levantar la mano en victoria, (como quien conquista la Copa del Mundo) cuando el sacerdote les permita darse el beso y construir una sociedad en la que trabajen hombro a hombro, en cualquier ciudad, donde encuentren la felicidad, mientras imaginan que una vocecita los llamará "papá y mamá" desde el asiento trasero del carro.
De niños (sobretodo las niñas) soñamos una historia de amor con final feliz (cosa que le debemos a la cultura, los paradigmas y los medios) Poco imaginamos que los amores que nacen entre cuadernos y pasillos se parezcan a eso, más aún, que continúen hasta llegar al altar, y declarar que la muerte los separe. ¿Quién diría? El amor todo lo puede.
Dedicatoria especial
Basado en una historia real
Edición de amor y amistad
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