Existe un súper héroe que no se congrega en la Liga de la Justicia pero que es más reconocido que todos los Súper Amigos juntos. Es una leyenda que se hizo refrán, famosa como Francisco El Hombre y pintoresca como El Hombre Caimán, que está real y presente en la cotidianidad más de lo que creemos. Se trata de un sujeto, o más bien, una especie de características similares y patrones de comportamiento predecibles cuyo súper poder es la opinión, planeación y organización de manera externa y luego fugarse de la responsabilidad. Dicho en términos prácticos, el típico amigo que dice sí a todo y “cuenten conmigo” pero queda en nada: El famoso Capitán Araña.
Esta expresión no es gratuita, pues existió en el Siglo XVIII el Capitán Aranha, de origen portugués, que embarcaba a la tripulación mientras él se quedaba en tierra, de ahí que se adoptara su nombre para hacer alusión a aquellos que dejan “metidos” a los demás. Luego, por la tradición oral, empezó a pronunciarse erradamente su apellido por “Araña”, y se le ha dado otro significado relacionando cuando el animal araña se va tras la mosca, para describir a los cobardes e interesados.
Tres siglos más tardes, la estirpe de los Capitanes Araña sigue vigente en todos los contextos: en el invitado que confirma el cupo de la fiesta y al final no va, el estudiante que parlea a su equipo de trabajo y al final no hace su aporte, el trabajador que procrastina sus funciones al tiempo que exige a los demás, el novio que propone matrimonio y le deja toda la organización de la fiesta a la novia… El Capitán Araña es experto en encartar al prójimo e irse corriendo a ver los toros desde la barrera, y lo que es peor, en algunos casos regresa a inspeccionar.
Son realmente creativos los súper poderes del Capitán Araña que logra salir victorioso aún en los tiempos de las TIC. Este pícaro es número uno en celulares descargados, notificaciones no recibidas, problemas de señal en caso de que se les requiera, o bien, ágil para contestar cualquier excusa por estos medios, evitando reclamos de frente, y ya pasado el impase haber quedado bien.
El Capitán Araña no tiene nada que envidiarle a su primo lejano El Hombre Araña, a diferencia suya no necesita obturar su mano para sacar la telaraña y treparse, pues con su capacidad de envolver a la gente se va solo por las ramas.
Algún día cualquiera de nosotros se las ingenió cual Capitán Araña para zafarse de algo, y no está mal, al fin y al cabo hay que ser diplomáticos y valernos de nuestra mejor sonrisa para volar sin herir susceptibilidades. Sólo que hay mutaciones graves, que pasaron de Capitán Araña a Capitán Conchudo.