La nostalgia de la U


Hay momentos en la vida que quisiéramos repetir luego de que terminan, pero que mientras duran queremos terminar afanosamente. Ironías de la raza humana inconforme con la realidad, por amar las cosas después de haberlas perdido y valorar lo bueno desde la nostalgia. Ejemplo de ello, sin duda, es la época escolar, tan hermosa como efímera, fantástica mientras dura.

Ningún escenario académico es igual al anterior, porque mental y físicamente subimos literalmente un escalón al avanzar un logro, más allá de la edad, la madurez mental que adquirimos con el paso del tiempo. El llanto durante pre-escolar no es igual a las travesuras de la primaria, ni a los planes y sueños que se tejen en bachillerato. A todos en algún momento nos resultó fastidioso el tránsito por el colegio, pero debemos reconocer que de este lado de los recuerdos es muy valioso mirar hacia atrás y suspirar por aquellos tiempos maravillosos de nuestra infancia y adolescencia.

Por otro lado, la Universidad para pregrado y posgrado tiene una connotación diferente. No hay “Miss” a quien llevarle quejas, incluso la teoría de salón de clase impenetrable queda relegada (en algunos casos) a compartir horas de clase con diferentes compañeros de otras disciplinas. El valor de esta experiencia precisamente se lo da las relaciones que construimos, las anécdotas, los apodos que acuñamos, los paseos e integraciones interminables de planear y que ejecutamos con alegría y entusiasmo, las parejitas que se forman, los embarazos (algunos sorpresivos), las borracheras, las caídas, los “errores” o respuestas chistosas en clase. Medimos la felicidad entre los libros recomendados por los docentes, que a su paso nos dejan lecciones cultas y de vida, y los momentos outdoor o salidas de grupo en general, esos que no están incluidos en la matrícula pero que valen cada centavo.

Muchos tenemos hoy día conexión con nuestros compañeros de las diferentes etapas académicas vía Whatsapp (a través de los famosos grupos) o siguiéndolos a través de las redes sociales, procurando mantener contacto cercano como si el aula fuera virtual, para servirnos y saludarnos los unos a los otros en un momento dado. Por mantener la cohesión soportamos que incluso esas conversaciones grupales descarguen nuestros teléfonos o aborden temas que no nos gustan o competen,algunos por amor al grupo y otros por amor al chisme, pero siempre con el objetivo de evocar la felicidad que causa estar en contacto.

Terminar ciclos educativos siempre nos llevará a instantes de reflexión, el encuentro de sentimientos natural que causa lograr una meta versus la nostalgia de dejar la rutina, el escenario y las personas que nos acompañaron en el camino; la sensación de que lo vivido será inigualable e irrepetible, pero sobretodo inolvidable, porque cada momento por pequeño que haya sido, significó muchísimo en la construcción del ser humano, más allá del titulo obtenido.

Dedicado a mis compañeros Especialistas

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