Los Corín Tellado de Facebook


Las redes sociales, entre muchísimas otras funciones y virtudes, se han convertido en la almohada de consulta, en el amigo confidente, en el tren al Cielo para expresarle a Dios, en la pancarta que siempre soñaron hacer para publicar un suceso feliz, en fin, es como si la humanidad hubiera estado esperando por los siglos de los siglos un “parlante” gigante para contar vida, obra y emociones en tiempo real a quien interese.

Personalmente, disfruto mucho ver que la controversial red Facebook, mayormente utilizada, haya proliferado la que yo denomino “Cultura del amor” Los muros están llenos de cosas que regularmente no diríamos personalmente,  los relegados  “te amo” han aumentado sus niveles de enunciación desde que los posteamos en las redes, el abrazo que nunca le damos a los papás sopesa con la foto y el ultramensaje que colocamos en nuestra red, pues, aunque el destinatario no tenga siquiera acceso a internet, nuestro corazón cumple con el deber de expresarse y queda a paz y salvo.

Adicionalmente, si hablamos de fiestas importantes, la facilidad que ofrecen (Facebook, particularmente) de recordar las fechas, incluso, con alarma al celular, hacen que nuestro saludo sea oportuno, aunque nuestra memoria nos falle, lo cual, para el destinatario, es por demás, una muestra de afecto.  

El problema está cuando entramos en los límites de la hipocresía, cuando para los contactos somos Corin Tellado, pero en la vida real somos Calamardo, esos hijos que postean para sus padres novelas románticas casi de Nobel de Literatura pero en casa son desatentos y desagradecidos, llevando una doble vida a voces, porque para su entorno cercano es evidente.  

Mi llamado es a la lógica, a la concordancia, a la paridad, porque los sentimientos se demuestran con hechos, aunque se acompañen de palabras e imágenes para sustentarse, no es suficiente quedar bien con el publico y la “fanaticada” mientras no se cambie el trato y las expresiones de afecto con el destinatario. Obras son amores y no buenas razones y las palabras se las lleva el Facebook. 


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