Alguna vez escuché que las noticias tienen una vigencia de 48 horas, las primeras 24 mientras la gente se entera, las 24 finales mientras la critica, y le da paso a otra novedad que ocupe las próximas 48 horas de su vida; y tiene algo de cierto. Desde los chismes de pasillo hasta las grandes bombas noticiosas nacionales (y mundiales) tienen un ciclo de vida en lo que duran en boca de la sociedad y en las páginas de los principales medios, pero luego, por mucho o poco que dure su fama, el destino final del asunto reposará en la tierra del olvido, de donde no saldrá hasta que el mismo tema sea objeto de escándalo, es decir, sea lo suficientemente atractivo para ser retomado y digno de ocupar las lenguas.
En general la cultura costeña y colombiana es desmemoriada, para lo bueno y para lo malo, paradójicamente. El día de alabar ídolos lo hacemos con todo fervor, el dia de condenar malhechores lo hacemos con la voz de la justicia, pero rápidamente olvidamos bondades y ofensas. Esto, nos hace desagradecidos con estrellas que nos han dado glorias deportivas, musicales o culturales y también nos hace ingenuos al desconocer los agravios de criminales. Subestimamos el periódico de ayer, en la tarde es materia olvidada, cuando en realidad tiene sentido leerlo y conservarlo, a la larga, debemos basarnos en el pasado y conocer nuestra historia para no repetir errores y darle continuidad a los precedentes positivos.
Valdría la pena agregar la “amnesia selectiva” a la lista de enfermedades eufemísticas de esta era, y la llamo de esta manera para no calificarla de “cruel ingratitud” o “ingenuidad mórbida”. Valiente manera vivir, con sentimientos volátiles, con atención incisiva por querer saberlo todo pero dispersa para recordarlo. No termino de sorprenderme con las grandes paradojas del ser humano.