Me intriga el poder del tiempo. Empiezo a temerle. Es más fuerte que cualquier medicina, más determinante que cualquier decisión. Es capaz de hacernos tragar una a una las palabras lanzadas. No hay manera de esquivarlo o coquetearle, y no contento con esto, es un calvario atravesarlo mientras transcurre. Aunque juzgue y cobre con creces la condena, paradójicamente es el más sabio de los amigos; al final, tiene la razón.