Pensaba yo en estos tiempos de incomprensiones y desencantos en tantas buenas razones para soñar sin desfallecer, y sin lugar a dudas el aliciente que enaltece el nombre de nuestro país no es otro sino Carlos Vives. Desde que él llegó vemos lo que es gozá con su bembé. Su trabajo musical es sello de autenticidad, alarde de su sentido de pertenencia, patriotismo y devoción por mantener nuestras raíces.
El corazón se me estalla cuando hablo de este samario y la piel se me derrite cuando escucho sus canciones. Sería demasiado redundante comenzar a enunciar paso a paso su reconocida carrera a lo largo del tiempo, pero imposible no recordar que aparte de músico inigualable, lo vimos en sus inicios hacer magistrales personajes como “Gallito Ramirez” y “Escalona” demostrando su versatilidad y que su talento no sabe de fronteras de horarios ni de quejas.
Como la luna que alumbra por la noche los caminos es su obra en el firmamento de las grandes estrellas de la música. Un trabajo arduo de años a base de perseverancia, amor y dedicación dan como resultado las melodías que interpreta y nos mueven el alma, nos quitan el sueño y nos roban la calma.
Vives lideró al grupo de artistas que resucitó al escritor colombiano Rafael Pombo para el deleite literario y musical de la generación actual, es el costeño que le canta puro español golpea’o al mundo entero, que le hace homenaje a las letras de los grandes juglares vallenatos vivos y ausentes, que tiene en Bogotá en su restaurante un extracto del amor de su tierra; cree que la ciudad de New Orleans se parece a Barranquilla y no se olvida que el 19 de noviembre es el día de su independencia. Es claro que por las venas de este hombre no corre sangre sino un caudal del Río Magdalena y que el oxígeno de sus pulmones proviene de las mismísimas brisas de la Sierra.
Todo el que le oye cantando dice que tiene alegría, y cómo no, pues goza de una relación musical de años con su acordeonero Egidio Cuadrado, su gaitera Mayte Montero y su agrupación La Provincia. Definitivamente gana el folclor y permanece el sello de estos inigualables músicos, quienes van de sombrero vueltiao y mochila arhuaca a los grandes escenarios a hacer sus majestuosas presentaciones. Vives y Cuadrado, el matrimonio de voz y acordeón más sólido que conozco, vigente, permanente, constante, extraordinario.
Bendito sea el amor por su tierra y el rock de su pueblo, su energía y su carisma. Sin duda Carlos Alberto Vives Restrepo es el colombiano universal, curiosamente nacido el 7 de agosto, conmemorando la Batalla de Boyacá, independencia de nuestra patria. No cabe en mi pecho más que gratitud y admiración por su obra musical y cultural, por representar de manera intachable el nombre de nuestro país, por darle valor a las raíces costeñas, por poner nuestros símbolos en el mapa.
Con la venia de Claudia Elena, no puedo finalizar este homenaje sentido y merecido sin antes decir a nombre de todas sus fans que muero por cantarle a Carlos “quiero casarme contigo”. Quien como ella, musa de su inspiración, dueña de sus letras y reina de su corazón profundo como el mar, que no se cansa de dar.
Carlos Vives, eres mi fiesta, y la de todos los que bailamos y cantamos tu música, que tú eres el consentido, el premio de la Excelencia y que lo sepa todo el mundo.