“Pensaba yo en estos tiempos de incomprensiones y desencantos en tantas buenas razones para soñar sin desfallecer”… en el valor de las pequeñas cosas, en que uno es del lugar donde se sienta feliz. País, ciudad, barrio, el ente territorial donde naciste te inspira un sentido de pertenencia que te marca para toda la vida e inyecta características en tu esquema social, que recuerdas con nostalgia cuando lo abandonas pero lo llevas contigo a donde estés; por eso, a propósito de las Fiestas de Independencia de Cartagena en que cada barrio se viste de celebración y atenúa su identidad, hoy quiero dedicar este espacio para hacerle un homenaje merecido y respetuoso a mi barrio: Las Gaviotas.
Fundado a finales de los años 70, mi barrio lleva su nombre en honor a estas aves porque antes de urbanizarse ellas solían volar en esta zona, cuando aún nuestra ciudad no se había expandido. Casi 40 años tiene Las Gaviotas, y muchos de sus habitantes se instalaron ahí desde sus inicios; a pesar de tener 7 etapas y ser un barrio grande, entre sectores existe mucha familiaridad y personajes que aunque lejos, todos reconocemos.
En Las Gaviotas, como en casi toda Cartagena, la cultura de la nomenclatura para las direcciones no está muy arraigada, pese a que las casas se identifican como “manzana - lote - etapa”, y haya quienes las tengan fijadas en la puerta, acá van a la fija si le indican ciertas referencias: “eso queda frente a las casas militares”, “diagonal a El Edén”, “en la parte de atrás de la Iglesia Católica”, “bajando por las oficinas del Instituto (ya no existe pero todos entienden)”, “entrando por la Iglesia Cristiana” y todos llegan.
Si vienes, te quedas, mejor dicho, te amañas, te encuentras con Abelardo y te da los buenos días, pasa tempranito Martha vendiendo sus bollos, nuestro voceador de muchos años grita rápidamente a todo pulmón “El Universal”, pero en realidad se le entiende “NIETSAL”, comes fruta a domicilio cuando pasa el casero de “Saborea tu mangoooo” o el de “Azucar en cascarita”, es decir, mamones, en tiempo de cosecha o si lo que quieres es Coctel, puedes tomarte uno "Pa' la caló".
Si tienes prisa o pereza de caminar te acercas a la estación y abordas tu colorida bicitaxi para desplazarte dentro del barrio cómodamente, al lado de la zapatería del Señor Edinson.
Tenemos variedad gastronómica, en las diferentes esquinas encontrarás comidas rápidas y seguramente verás a tus amigos de las otras etapas, pero eso no es nuevo, desde los 90’s Aristides, el “Tofri” (q.e.p.d.) ponía su mesa de fritos en la segunda etapa, pegadito a El Edén, de domingo a domingo y si era diciembre, con mantel navideño, y a punta de sus chicharrones y buñuelitos de frijol nos desayunamos muchos por años.
En mi barrio a nadie le va como perro en misa, porque Charlie, el perro de la señora Bertina entraba literalmente como perro por su casa a las misas del Padre Luis Carlos Gómez, quien fue nuestro párroco de 1986 a 2012 y bautizó, hizo comunión y casó a casi todo el barrio. El padre Gómez nos crió sin miedo a la pólvora, pues en época de novenas lanzaba voladores, en lugar de campanas, que alegraban la celebración eucarística y anunciaban jubileo. Qué linda la fiesta era en un 8 de diciembre cuando salía con sus fieles a la procesión de la Inmaculada Concepción o las novenas al Niño Dios en la madrugadita. Hoy lidera la comunidad nuestro carismático Padre Luciano Arias.
Pero si te criaste en Las Gaviotas seguro estudiaste en el Instituto Caribe Marino, el colegio de “la Seño Delia” que funcionó en la segunda etapa por más de 20 años, y donde estudió buena parte de la comunidad, hoy ilustres y exitosos profesionales, entre ellos el reconocido artista de talla internacional Lucho Jiménez, que con sus Danzas Modernas de Cartagena ha puesto a mover el esqueleto a personajes de todas las latitudes, ni se diga de las grandes comparsas y bailes de promociones de colegio que dirigió, y se mantiene vigente en la ciudad.
Los Gavioteros dimos nuestros pinitos en internet donde la Señora Lucy, visitamos con regularidad la peluquería de Abel Amor, estudiamos en los colegios del barrio, nos bailamos al menos un “Bandito de Las Gaviotas”, compramos en la Tienda La 11, la de la Señora Ana, quemamos los muñecos de año viejo en la mitad de la calle y rodeados de los vecinos y amigos de siempre, porque, como diría Rubén Blades, Gaviotas es barrio eterno, también universal y el que se mete con mi barrio me cae mal.
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Dedicado al barrio donde nací y viví 21 años, a los vecinos que llevo en mi corazón, a mis amigos de charlas interminables en las terrazas, a las calles que me vieron crecer y a donde amo volver.
Algunos lugares y personas no fueron mencionados por no extenderme, pero todos están presentes en mi corazón.