Los Elegidos. Capítulo Octavo.


-Buenos días, señores telespectadores. Soy Hans Reu y ella es mi compañera Ute Ters. Les hablamos desde la tribuna de prensa del Anfiteatro del Milenio. Hoy es el día de la coronación. Hoy más de mil millones de súbditos tendrán un nuevo emperador. Hace una temperatura esplendida, unos..., ¿cuánto?, sí, unos veinte grados me comunican desde el centro de producción de programas. Por si esto fuera poco, el Sol nos ilumina en todo su esplendor cuando son las..., doce menos cinco de la mañana. Por fin disfrutamos de un día que de verdad hace honor a la estación en la que entramos hace ya varias semanas. ¿No te parece, Ute?

 

-Sí, Hans. Ya era hora de que se supiese que la primavera había llegado también a Berlín. Y a toda Alemania por lo que nos cuentan nuestros televidentes y amigos del espacio virtual de charla. Desde aquí arriba la perspectiva es realmente privilegiada. En el anillo más elevado del Anfiteatro vemos como infinidad de lanceros de la guardia imperial se han dispuesto a modo de cadena rodeando el recinto con su imponente presencia. Y créanme si les digo que es impresionante ver como las sombras de sus enormes cuerpos se reflejan en todos los rincones del Anfiteatro. Vemos igualmente como integrantes de las distintas bandas de música imperiales se colocan a continuación del cordón que forman los miembros de este cuerpo de élite para dotar de acompañamiento musical a los momentos más importantes que tendrá la ceremonia. Se nos ha avisado que en distintos puntos del festejo varias unidades de la duodécima ala de helicópteros de combate de las fuerzas aéreas imperiales se mantendrán en vuelo estático sobre el Anfiteatro con el fin de magnificar aún más lo que aquí suceda. Y, por supuesto, lo más importante, aquello sin lo cual esta celebración no sería ni mucho menos lo mismo: el público. Ya están ocupadas casi todas las localidades de este colosal recinto con capacidad para más de doscientos mil espectadores. Para los que no hayan estado en el mundo en las últimas décadas, recordaremos que el Anfiteatro del Milenio fue construido a finales de los noventa para celebrar en él el comienzo del nuevo milenio. Desde entonces se usa exclusivamente en grandes eventos y celebraciones de carácter oficial. Pero seguro que nadie se ha perdido las últimas décadas de su vida, ¿no te parece, Hans?

 

-Eso espero, Ute. Menudo desastre para nuestros índices de audiencia si así fuera. Esta jornada será sin duda histórica. A lo largo de las próximas horas tendrá lugar el primer cambio en la dirección del Imperio en los más de setenta años de existencia de este. Nuestro amado Emperador cederá la magistratura imperial al que hasta el día de hoy ha sido el Primer Consejero: Jano. Los muchos méritos y capacidades de nuestro ya en breve nuevo emperador son sobradamente conocidos en todo el Imperio.

 

-Efectivamente, Ute. Jano fue elegido Alto Maestre de la Orden de los Elegidos y con ello Primer Consejero del Imperio cuando apenas contaba con veintitrés años. Él personalmente recorrió Alemania buscando a los niños que conformarían la segunda generación de la Orden, la cual ha comandado hasta hace apenas unas semanas. Ha tenido responsabilidades en todas las consejerías del Imperio y conoce con exactitud el funcionamiento de la administración imperial. Son admiradas sus medidas a lo largo de estos años tanto en ámbitos económicos, como sociales. Igualmente, su labor diplomática en nuestras relaciones con el Imperio Japonés así como con la Confederación Panamericana han dado resultados tan satisfactorios que las actuales cotas de liberalización del comercio global no serían comprensibles sin la mediación realizada por el futuro emperador. Se le conoce por su perfil dialogante y talante alegre y abierto, así como por su confianza en las nuevas ideas y corrientes tanto culturales como de pensamiento.

 

- ¡Y además es un madurito de muy buen ver, Hans!

 

-Bueno, Ute. Creo que eso es algo que deberías consultar con las chicas de redacción y no conmigo. ¡Ja, ja, ja!

 

- ¡Mira, Hans! Ahí abajo tenemos a nuestros amigos de Múnich. Prometieron que vendrían a la ceremonia vestidos con sus trajes tradicionales y así lo han hecho. No nos mintieron en el programa del viernes pasado cuando se comprometieron en directo a hacerlo.

 

-No, desde luego. Aunque casi hubiera preferido que sí lo hubieran hecho.

 

- ¡Oh, venga Hans! No seas malo con ellos.

 

-Es difícil, Ute. Es difícil. Pero, por ti, lo intentaré. Bueno y ahora veamos el programa de la ceremonia. Si presionan 7 en sus mandos podrán verlo sobreimpreso en las pantallas de sus televisores. Aquellos de ustedes que dispongan de un sistema de proyección de hologramas basta con que giren la base de su proyector para así mover la imagen y leer el mismo folio que voy a leerles yo. Vamos a ver..., en unos minutos las comitivas oficiales y las distintas representaciones diplomáticas comenzarán a entrar a pie por el pasillo central del Anfiteatro del Milenio. Como podrán ver, es un pasillo descubierto que cruza el anfiteatro y que tiene a los invitados no oficiales y al público a ambos lados. Seguro que será un bonito espectáculo.

 

-Según creo, Hans, se ha pensado que los asistentes lancen pétalos de rosas a las comitivas oficiales conforme pasen junto a ellos.

 

- ¿Y quién de la organización te ha chivado eso?

 

-Bueno, una tiene sus fuentes.

 

-En fin, no preguntaré más. Ja, ja. Sigamos. Una vez crucen el anfiteatro, las comitivas llegarán a las tribunas y palcos oficiales donde se irán acomodando según sus cargos. Será un buen momento para saber quién es quién en el Imperio. Los últimos en entrar en el anfiteatro serán los miembros del Consejo y, después de ellos, el Emperador y el Primer Consejero Jano, los cuales caminarán juntos.

 

-Con lo que llegamos a lo que nuestras espectadoras más jóvenes y no tan jóvenes más desean saber: ¿Cuál será el peinado del consejero Prometeo?

 

- ¡Bueno, Ute! No comprendo la pasión que os ha entrado de dos semanas a esta parte con ese muchacho.

 

-Ese muchacho, como tú dices, ha pasado de ser un completo desconocido a estar en la lista de los cincuenta más guapos del Imperio en apenas quince días, Hans. El Alto Maestre de la Orden de los Elegidos y más joven consejero imperial en la historia del Consejo es el nuevo ídolo de las adolescentes y no lo es sin méritos, créeme. Un chico de veintitrés años, de más de metro ochenta de estatura y con una melena negra que le cubre toda la espalda no es alguien que pase muy desapercibido. Pero si a eso le sumamos que sus increíbles ojos verdes han sido elegidos los más bonitos del año por la prestigiosa revista de filosofía Juventud y dinero y que es el líder del grupo de élite más exigente y misterioso del Imperio, es decir, de la Orden de los Elegidos, pues casi sería un delito no considerarle una de las principales atracciones de esta ceremonia. Por no hablar de los cada vez más intensos rumores que hablan de su relación más que cariñosa con Diana, la única hija del futuro emperador.

 

-Te recuerdo, Ute, que esto es una ceremonia oficial y no un programa de sociedad. Para eso ya tienes tu sección de los sábados y los domingos.

 

-Ya, lo que a ti te pasa es que tienes envidia.

 

-Bueno, eso también es posible, sí. Ja, ja, ja.

 

-Y, una vez todos los miembros de las comitivas oficiales estén en sus tribunas y palcos, ¿qué será lo siguiente, Hans?

 

-El siguiente momento en la ceremonia consistirá en una serie de proyecciones que mediante juegos de luces y espejos convertirán el Anfiteatro del Milenio y el cielo que lo cubre en una gran cúpula virtual en la que se recordará la vida del Emperador. Iremos desde su infancia hasta la actualidad rememorando todos los grandes eventos que nos han dejado sus largos años de gobierno, así como sus esfuerzos y sacrificios para llevarnos a donde, gracias a él, estamos en la actualidad. Tras los cerca de veinte minutos que durará esta parte del programa, se procederá a la presentación de respetos por parte de los representantes de todas las provincias y territorios del Imperio, los cuales irán ofreciendo al Emperador productos típicos de sus lugares de origen así como mensajes de aprecio y cariño que grabaron los súbditos del Imperio en las reuniones públicas que se hicieron ayer en todas las ciudades de más de un millón de habitantes.

 

-Esto se prolongará durante...

 

-Pues verás, Ute, la idea es que no supere la hora, pero, como sabrás, en este tipo de ceremonias los representantes de las distintas provincias acostumbran a romper el protocolo y acercarse al Emperador pidiéndole que les imponga las manos o tratando de besárselas ellos a él. Seguro que esto se da bastante, por lo que nuestros telespectadores no se deben extrañar si la duración estimada se alarga bastante más.

 

-Desventajas de ser querido por el pueblo, Hans.

 

-Amado, Ute. Amado. Como bien sabes, desde que un nuevo súbdito nace se le enseñan los muchos motivos que tiene para amar a su Emperador. Es imposible que no le amemos tanto como lo hacemos. Él es el creador de nuestra prosperidad actual. De todo lo que hemos llegado a ser.

 

-Así es, Hans.

 

-Y finalmente se procederá a la coronación. Es un proceso que, según nos ha explicado el subdirector de protocolo de la consejería de interior, resulta de una gran belleza, así como de una alta carga simbólica. Claro está que nunca hasta hoy se ha hecho en el formato de traspaso de poderes en el que se va a hacer en breves momentos, pero seguro que en las encuestas en tiempo real que mañana se hagan será elegido como el fragmento de la ceremonia que más haya gustado.

 

-¿Pero en qué consistirá?

 

-Como todos sabemos, el Emperador no es un ser humano normal. Él está muy por encima de nosotros, así como de nuestra capacidad de comprensión. El Emperador es el representante de los dioses en la tierra y al tiempo la personificación de la entera humanidad ante la corte celestial. Es quien mantiene unidas la naturaleza, la especie humana y las categorías celestes. Por ello, cuando sea el momento, el Primer Consejero se arrodillará junto al Emperador y éste le impondrá ambas manos sobre la cabeza. En ese momento el aura dorada que el Emperador ha tenido siempre en torno a su cabeza pasará a la del Primer Consejero y con ello todas sus capacidades mágicas. Los dioses, la naturaleza y el espíritu del género humano aceptarán al nuevo eje vertebrador entre las tres categorías, es decir, al nuevo emperador, y tres haces de luz aparecerán uno de lo alto, otro de lo bajo y otro de la multitud y se concentrarán en la persona del nuevo emperador. Se levantará entonces y se mostrará ante el Imperio en toda su gloria.

 

-Y ya será el emperador.

 

-Sí, Ute. Ya será el emperador. Los consejeros y las autoridades del Imperio se arrodillarán ante él y lo mismo haremos todos los aquí presentes y evidentemente los telespectadores en sus casas. Como un solo ser, le juraremos lealtad y servicio y él nos jurará dedicar su vida a nuestro bienestar y protección. La ceremonia oficial quedará concluida en el mismo instante en el que él termine su juramento.

 

-Y entonces comenzarán los siete días de celebraciones. Porque, como seguro que sabrán nuestros televidentes, nos espera una semana de fiestas en honor del nuevo emperador. Se repartirá comida y bebida gratuita y se organizarán conciertos y espectáculos en todas las ciudades y pueblos del Imperio. Y, si desean continuar con nosotros el resto del día, esta noche podrán asistir como invitados de excepción desde sus casas al baile de gala que se celebrará en el Palacio Imperial y al que está invitado lo más selecto de la sociedad imperial. El nuevo emperador ejercerá de anfitrión y, perdóname, Hans, podremos disfrutar de la respuesta a la gran incógnita que todos nos estamos haciendo: ¿bailarán juntos el consejero Prometeo y la hija del nuevo emperador?

 

- ¿Tú crees que esa es la gran incógnita que hoy se plantea, Ute?

 

-¡Desde luego! ¿Acaso hay algo más importante que la belleza cuando va unida a la juventud y al poder? ¡Pero, mira Hans, ya comienzan a entrar los miembros de las comitivas oficiales!

 

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-Señores representantes del Japón, pueden pasar. A ver..., a ver..., ¿dónde están los embajadores de la Federación India? ¿Pero dónde demonios están? ¡Maldita sea, esos estúpidos de la guardia imperial seguro que los han detenido en algún lugar de Berlín creyendo que eran inmigrantes ilegales o algo así! Aquí coordinador de entrada, aquí coordinador de entrada.

 

-Hable, coordinador de entrada. Al habla control central de protocolo.

 

- ¡He perdido a los embajadores de la Federación India! ¡Estoy dando paso a todas las representaciones y delegaciones diplomáticas y me falta la India! ¡Buscadla! ¡Si es necesario utilizad el satélite de vigilancia que controla Berlín, pero encontradles! ¡En diez minutos terminará de entrar este bloque de invitados oficiales y daré paso al siguiente! ¡Necesito que estén aquí antes de eso!

 

-Ningún problema, coordinador de entrada. Repito, ningún problema. Procedemos a reprogramar el satélite. Introduciendo los datos en modo urgencia y desesperación. Objetivo: cinco hombres de raza india perdidos en Berlín. Características: apariencia india. Posibles formas de comportamiento: indias. Localizarlos y llevarlos por conducto prioritario a: la puerta de entrada del anfiteatro. Tiempo disponible: nueve minutos y cuarenta segundos y contando. Procedemos a activar los medios de búsqueda del anfiteatro. ¡Conectadme a la megafonía! Se ruega a la delegación india se persone en la puerta de entrada. Se ruega a la delegación india se persone en la puerta de entrada. Gracias. Siguiente asunto. Coordinador de efectos especiales, coordinador de efectos especiales. Conteste por favor.

 

-Aquí el coordinador de efectos especiales.

 

-Al habla control central de protocolo. ¿Están ya preparados los efectos especiales del aura del Emperador?

 

-Todo correcto. Ningún problema. Repito, ningún problema.

 

- ¿Y los tres haces de luz posteriores a la imposición de manos?

 

-Nos quedan algunos detalles por pulir, pero estarán finalizados antes de la imposición. Cada uno de un color, como pidió el subdirector de protocolo.

 

-Es prioritario que el resultado sea satisfactorio. Repito, prioritario.

 

-Por supuesto, control. Por supuesto. Cambio y corto. ¿Ya no me oye? ¿Seguro? Nunca te puedes fiar con las videoconferencias. ¿Seguro que ya no me oye? Bien. ¡Me voy a acordar de la madre de todos vosotros, desgraciados! ¡Tengo al control central respirando en mi espalda y sois incapaces de dar potencia a esos malditos rayos! ¡Como no funcionen, nos matan a todos! ¡Tienen que estar preparados antes de que vuelvan a llamar! ¿Entendido? A ver, a otra cosa. Auxiliares de público, auxiliares de público, aquí coordinador de efectos especiales, responded.

 

-Aquí auxiliar uno.

 

-Auxiliar dos al aparato.

 

-El tres está con vosotros, amigos.

 

-Uno, dos, tres..., ¿y el cuatro? ¿Dónde se ha metido el cuatro?

 

-Ha tenido que ir al aseo, jefe.

 

- ¿Al aseo? ¿Y el entusiasmo que debe infundir en sus cincuenta mil personas quién se supone que lo va a infundir?

 

-Volverá en un par de minutos, jefe. Sin problemas.

 

- ¿Sin problemas? ¡¿Sin problemas, anormal?! ¡Se supone que servís para “ayudar” al público a sentirse entusiasmado utilizando vuestros infundidores de estados de ánimo! Si uno sólo de vosotros falla, una cuarta parte del anfiteatro parecerá que sale de un velatorio mientras todo el mundo a su alrededor se lo pasa en grande. ¿A ti te parece que eso no es un problema? ¡Imagínate que precisamente ahora la televisión esté enfocando a esa cuarta parte! Escuchadme, vais a poner al máximo vuestros infundidores para compensar al que no está funcionando y, cuando el número cuatro vuelva a su puesto, decidle que quiero hablar con él, que tengo un par de cosas que comentarle sobre su futuro. ¡Fin de la comunicación!

 

-Bueno, chicos, ya habéis oído. ¡A toda potencia!

 

-Pero, número uno, para que los cincuenta mil del número cuatro estén entusiasmados, los nuestros serán sobreexpuestos. Sufrirán un exceso de alegría.

 

-Eso díselo al jefe, número dos. Nosotros nos limitamos a hacer lo que nos dicen. Si tres cuartas partes del anfiteatro se ponen a dar volteretas en sus asientos, eso no es nuestro problema.

 

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-Oye, Magda, ¿no te sientes como especialmente contenta?

 

-Pues, la verdad es que, ahora que lo dices, no pensaba que ser público en esta ceremonia me gustase tanto. Será porque estamos en primera fila. ¡Ja, ja! ¡Uhhh, mira hacia aquí guapo! Es impresionante lo bueno que está el heredero del trono japonés.

 

- ¿Te gustan los asiáticos? ¡Quita, quita! Ya verás. Cuando lleguen los consejeros, me voy a tirar desnuda encima del consejero Prometeo. ¡No lo tenía pensado, pero me están entrando unas ganas así de pronto...! ¡Ahhh, viva el Emperador! ¡Viva todo!

 

- ¡Hey, guapas! ¿Os venís después de la ceremonia con mis amigos y conmigo por ahí? Nos hemos enterado de dónde van a hacer la primera de esas fiestas. ¡Venga! ¡Hoy estoy en forma!

 

- ¡Eso chicas! ¡Aprovechaos que hoy estamos que lo tiramos! ¡Me siento como si tuviese un concierto en la cabeza! ¡Ji, ji, ji!

 

- ¡Venga, me habéis convencido! ¿Y tú, Magda, te vienes después?

 

- ¡Pero si no les conocemos de nada!

 

- ¡Y qué más da! ¡Hoy conozco a todo el mundo! ¡Cógeme fuerte, hombretón!

 

- ¡Pues tienes razón, chica! ¡Yo también me voy de juerga! ¡Viva la fiesta! ¡A la salud del Imperio!

 

- ¡Todos juntos!

 

-¡¡A la salud del Imperio!!

 

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- ¡Fíjate, Hans! ¿No notas a todo el Anfiteatro muy animado?

 

-Pues ahora que lo dices, Ute, sí que parecen muy contentos, sí. Bueno, será el lógico entusiasmo de una celebración como esta. Por cierto, no hemos visto por ninguna parte a la delegación india. ¿Dónde os habéis metido, chicos? El Imperio os necesita.

 

- ¡Mira, Hans! ¡Las bandas de música de todo el Anfiteatro hacen sonar la fanfarria inicial del himno del Consejo! ¡La entrada de invitados de Tannhäuser! ¡Escucha los coros de bienvenida! ¡Mira a todo el público haciendo el saludo imperial! ¡Ya se ve entrar a los primeros consejeros imperiales!

 

- ¡Sí, tienes razón, Ute! Observa sus ropas doradas. La unión de dos togas cruzadas sobre una túnica. Para los telespectadores que nunca hayan visto una celebración que implicase al Consejo, hemos de explicar que las ropas que llevan son una de sus más antiguas tradiciones. De hecho, existen desde que el Consejo fue fundado. Su simbolismo es uno de los muchos mitos que rodean a la institución. Unos dicen que hacen referencia al Sol triunfante como representación del Imperio. Otros creen que el color se debe a las ideas platónicas que inspiraron la creación del Consejo. Incluso podría deberse a meras cuestiones estéticas. En fin, señores televidentes, disparidad de opiniones.

 

-Fíjate, Hans, los consejeros van ordenados en fila de a uno.

 

-Sí, Ute, yo diría que..., a ver..., déjame verlos bien. Sí, sí, parece que se ordenan por el tiempo que llevan en el Consejo. El primero es el anciano consejero de justicia, después viene el de exteriores, el del partido..., y en último lugar el recién llegado.

 

- ¡Prometeo, amigas!

 

-Bueno, tranquilidad, Ute. Tranquilidad.

 

-Yo puede que esté tranquila, Hans. Pero mira a esas chicas del público: ¡han cruzado las vallas de seguridad y corren desnudas hacia Prometeo!

 

-Recordamos a nuestros televidentes que la grabación de la retransmisión especial del día de hoy estará a la venta en sus espacios virtuales esta misma tarde y mañana por la mañana en todos los puntos de venta autorizados.

 

-Haces bien en recordarlo, Hans, porque pocas veces se podrá ver a dos muchachas esquivar a varios equipos de seguridad y saltar en los brazos de un consejero imperial.

 

-Pero él parece que se lo ha tomado con humor, Ute.

 

-Sí, es la primera ocasión en la que veo firmar un autógrafo en según qué partes de la anatomía femenina, pero él lo hace con toda naturalidad.

 

-Y ahora..., ¡ja, ja, ja! ¡Le han besado las dos a la vez! ¡Y no le quieren soltar!

 

-Pero..., sí, consigue convencerlas de que vuelvan detrás de las vallas. Las acompaña..., sí, ya lo ha hecho. Resuelto.

 

-Ya ves, Hans, el fenómeno de los ídolos musicales ha llegado a la política. ¿Qué será lo siguiente?

 

-Pues lo siguiente, Ute, es que se acerca el gran momento de la entrada de invitados. El Anfiteatro del Milenio ya empieza a demostrarnos sus capacidades. Los juegos de espejos hacen que en estos momentos la noche comience a cubrirnos. Estamos entre penumbras, señores televidentes. Se hace el silencio... ¡Y por allí entra la guardia imperial! ¡Qué estruendo! ¡Desde sus casas no lo podrán apreciar bien, pero el Anfiteatro se ha convertido en una olla a presión! ¡Los miembros de la guardia imperial caminan al tiempo que marcan el paso golpeando con sus enormes lanzas el suelo de piedra! ¡Es como si una tormenta hubiese entrado en el Anfiteatro! ¡Son unos cien hombres y cada uno provoca un ruido mayor que el que haría una docena de tambores! ¡Es increíble! ¡Casi no puedo ni oír mis propias palabras!

 

- ¡Hans, quien comanda la guardia imperial no te parece que es...!

 

- ¡Sí, Ute! ¡Esto es toda una sorpresa! ¡Es la hija del Primer Consejero! ¡Quien va en cabeza de los gigantes de la guardia imperial es la capitana de la Orden de los Elegidos! ¡Es Diana!

 

- ¡Fíjate en sus ropas, Hans! ¡Son un diseño nuevo! ¡Una especie de mezcla entre el blanco de su uniforme como guerrero de la Orden y el rojo y negro de la guardia imperial! ¡Es una maravilla! ¡Mira la capa, se mueve como si el mismo viento la llevase entre sus dedos! ¡Y ella también golpea el suelo con un bastón de mando! ¡Qué imagen tan hermosa ver a una mujer dirigiendo el paso de más de un centenar de colosos!

 

- ¡Casi no te oigo, Ute! ¡¡Esto es una locura!!

 

-¡Pero es la locura más espectacular que he visto en toda mi carrera como periodista, Hans! ¡Mira, Diana les da una orden con el brazo y con un golpe brutal hacen que sus lanzas se transformen en antorchas encendidas! ¡Del metal surge una lengua de fuego! ¡Son decenas y decenas de llamaradas que iluminan el anfiteatro como si de una serpiente en llamas se tratase! ¡Les juro que jamás había visto cosa igual! ¡Y siguen con el estruendo de los golpes! ¡Parece que Diana les da otra orden! ¡Sí, se están distribuyendo a ambos lados del pasillo que lleva desde la entrada del Anfiteatro hasta la zona de los palcos oficiales! ¡Se preparan para recibir al Emperador!

 

.......       .......       .......       .......       .......       .......       .......      

 

- ¡A mi señal levantáis las antorchas al cielo! ¡Quiero que queméis al mismo Sol! ¡¿Entendido?!

 

¡¡SÍ, SEÑORA!!

 

Venga, Papá. Entra ya del brazo de la muerte. Aquí te espera tu hija.

 

-¡¡Ahora!!

 

Míralos, un centenar de monstruos obedeciendo como niños a su madre. ¿En qué lugar me dejará eso? Y por allí aparece mi padre caminando junto a una silla mecánica. Junto a un montón de hierros en cuyo interior habitan los restos de un hombre, la imagen decrépita de la maldad. Los dos protagonistas del drama. El rey muerto y el futuro rey puesto. La misma ambición tomando vida en dos cuerpos distintos. Y yo he de precederles, yo he de guiarles, yo ya les guio entre las estatuas humanas, ante los ojos del mundo que nos contempla aterrado, desesperado al descubrir con cuánto poder cuenta el mal, de cuánta belleza se viste el horror. La belleza de la oscuridad, del fuego, de cien antorchas cortando la noche imposible, la noche imaginaria de un coliseo en el que se desliza una muchacha de ojos azules, de melena trenzada, de capa y uniforme de gala, de apariencia de príncipe y que sin embargo es incapaz de rescatar a la princesa, la princesa que esa misma muchacha es, que yo soy, que me dijeron que nunca debía querer ser, pues tú no eres una niña, Diana, tú eres un guerrero, tú eres el orgullo de tú padre, la gloria y la esperanza de tu sangre.

 

Y ahora, quien eso me dijo camina detrás de mí hacia al mayor poder que nadie nunca ha tenido, en busca de aquello por lo cual vendió su alma, vendió su destino, vendió a mi madre y no sé cuántas cosas más vendió pues yo le precedo en un desfile cuando debería ir tras él en un entierro, tras su cuerpo, tras el cuerpo que yo misma debería haber matado cuando me contó la verdad. Lo único que nunca le pedí saber. Pero soy un príncipe incapaz de salvar a la princesa, incapaz de ser la princesa, incapaz de nada pues me hicieron sin pensar si yo quería ser príncipe o princesa, si yo quería ser hecha de la manera en que me hicieron, si yo quería siquiera ser hecha. Ya llegamos al palco imperial, ya termina la explanada engalanada con las bestias de la noche en llamas, ya te dejo frente a tu destino, Papá. Incapaz de odiarte por él, pero incapaz de rescatarte de él.

 

.......       .......       .......       .......       .......       .......       .......      

 

Sus manos sobre mi cabeza. El aura ya habrá pasado de él a mí. Tengo que esperar agachado a que aparezcan los tres haces de luz. Sí, ya se les ve. Están concentrándose sobre mi cuerpo. El resplandor hace que ahora mismo nadie pueda verme. Ya..., ya está. Ya ha cesado. Puedo levantarme y mostrarme ante ellos. Ahora. Mírala, la humanidad adorando a la mentira. Unos pocos juegos de manos. Todo lo que necesitan para ser felices. Venga, gigantones. Ahora os toca a vosotros.

 

¡¡VIVA EL EMPERADOR!! ¡¡VIVA EL IMPERIO DE LOS MIL AÑOS!!

 

Escúchalos, Jano. No sólo la guardia imperial. No sólo el Consejo, las autoridades o los miembros del régimen. Ni siquiera este anfiteatro. Todo un Imperio te alaba. Una civilización entera te suplica que la gobiernes. Te juran lealtad. ¿Qué les dirás tú a cambio? Diles que los quieres. Miénteles. Es lo único que te piden. Es lo único que aceptarán por respuesta. Levanta los brazos. Sonríe. Estimúlales a adorarte. Que te reconozcan. Que te identifiquen. Que se aprendan la cara del nuevo amo. ¿Dónde estáis, dioses? ¿Dónde vosotros, héroes? ¿Dónde se esconden los mitos y las leyendas, las historias que las madres cuentan a los niños para que duerman y teman? ¿Dónde hay un suspiro del viento del que nació la Creación que rivalice con mi gloria? Nada. No hay nada. Sólo yo. Sólo el hombre que acaba de transformarse en una divinidad. Sólo aquel que mira al cielo y descubre que no hay astro que brille tanto como él. Llegará el día en el que los poetas canten mis hazañas. Llegará el día en el que los bordadores de versos tejan mis triunfos. Llegarán días felices para los amantes de la mentira. Pero hoy, lo que es hoy, hoy ya ha llegado.

 

Soy Jano. Y al fin soy el emperador. ¡Salúdame universo! ¡Saluda a tu nuevo narrador! ¿Valió la pena? Mi conciencia busca un lugar donde echarse a dormir, un rincón en el que descansar sus huesos de cristal. Las respuestas son preguntas hechas al revés cuando la verdad no nos mira. El destino está escrito. Una broma. Un poema. La muerte que ya se acerca. Todo. Al fin lo sé. Todo valió la pena.

 

¿Qué es la gloria? ¿Qué el poder? ¿Qué es nada cuando una lágrima cruza la mejilla de una muchacha? Diana de pie frente a la escalinata del palco imperial. Diana rodeada de cien gigantes rugientes. Diana en el centro de un mundo que adora a su nuevo dios. Diana está sola. Diana jamás se sintió tan sola.


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