El aroma de la mantequilla, y del azúcar recién hervido, seguramente, hace pocos minutos, llenaba la casa de Patricia Cozzarelli de Frieri cuando me recibió para contarme de su dulce y sabroso secreto de cocina. Ya le había advertido que tengo mucho anhelo de interrogar, que escribo solo lo que siento, y que la actividad de contar las recetas de otros, entre las pocas cosas que soy capaz de hacer, me permite llenar la memoria de olores y sabores, lamer mi apetito, aunque no entiendo mucho de elaboración de postres.
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Sentadas en el comedor de su apartamento, iniciamos una larga conversación. Nos demoramos unas cuantas horas felices en el destape de la receta. Es tan agradable su plática que nos distrajimos entre encajar nuestros conocidos y en recordar divertidas anécdotas de familia (a propósito, su hija Fiorella le dará otro nieto). Por etiqueta, no le cruce los brazos alrededor del cuello, de la conmoción, cuando me mostró finalmente su (recién cocido) chesse cake de agraz, la dulce torta que tanta veces había escuchado a los amigos decir: -¡cómo es de rica!-.
La tentadora receta, pulida poco a poco, que ha llegado a ser la expresión más deliciosa de la ilusión de esta repostera, era un tesoro (hasta hoy) escondido -oculto en la textura de la masa, derretido en la fruta, revuelto en el relleno-, que cuajó, prueba tras prueba, con sugerencias de un trío galáctico. Creció con los consejos de cocina de la suegra (fallecida) Josefina Santoro de Frieri, (italiana), de la lengua del hijo Alessio (su “O sole mio”, muy guapo), y del goloso paladar del marido Armando, delirante por el azúcar. Juntos, ayudaron a Patricia a ajustar los detalles especiales que brotaban de su imaginación, a concretar lo que entraría o saldría de la reinvención de esta obra gastronómica, en la cual quisieras alargar cada bocado, lentamente, muy lentamente.
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El ADN del chesse cake y sus amorcillos están revelados, pero la soberana del final de la magia de Patricia es su estufa mayorcita, fabricada para resistir al tiempo con multiplicidad de cualidades (grande, potente, infalible). Y, también, hay una cosa más dulce y especial aún: en el procedimiento de elaboración, 100% doméstico, único, singular e insustituible, siempre está Lourdes, su ayudante “todera” de muchos años, quien lleva la receta a la meta suprema: un horneado en su punto, que no deja nada que desear, no se derrite fuera del frigorífero, no se ablanda, no tiene gelatina sin sabor, totalmente fresco y libre de conservantes.
El chesse cake de agraz tiene todo lo que pienso y deseo de un postre. Por todas las ternuras del hidrato de carbono, por todos los placeres de un dessert después de la comida, es indudablemente una receta anti estrés, un epílogo de amor, donde toda una familia metió literalmente la cucharada. Sabrosa mezcolanza..., de sabor casero (con pizquitas de mediterráneo) y lo solemne de la precisión de su cocinera ...Patricia se sirvió de todos para completar esta preciosa golosina, que hay que gozarse al instante, como algunos creemos de la vida y de las sensaciones terrenales.
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Los apellidos de Patricia están inundados, penetrados, por la “dolce vita”, la pasta y el vino. (Genética italiana, marido italiano). Son como trompetas que anuncian otra especialidad de su muy atareada cocina: raviolis rellenos de carne, de espinaca, de queso, hechos a mano con sus particularidades -ingredientes frescos, naturales y de muy buena calidad-, ya inscritos en el menú de muchos amigos.
De la manga de la familia también sacan los ingredientes para “le pizze” di Alessio, en El Campito de Bocagrande.
Chiffon pie de mango es una receta exclusiva y sagrada de Patricia. Se la dejó su gran amiga, también Patricia (se fue al más allá, a retirarse con los ángeles). Era una luz de sus ojos (aún le hace brotar tantas lágrimas). Cuando ella vivía, desde pequeñas, todo el tiempo se la pasaban pensando una en la otra, juntas arrojaban el dolor de sus casas, juntas se encendían braseros en el alma y, de las redes de este mundo, por supuesto, se “escapaban” en la cocina.
“Si quieres que conozca y cuente lo que haces, no dudes en enviarme una invitación”, Justine, dic. 2013