Por azar o por obra del destino


Con los hilos de plata de su cabello largo hasta la cintura, que revela la sabiduría de todos los mares, todas las islas, todos los continentes donde ha vivido, y la habilidad de ir más allá de lo común, me llegó la primera señal de nuestra afinidad. Es una mujer que no necesita esforzarse para que la miren. Anuncia con su apariencia que es auténtica. Compartimos pupitres en el colegio cuando ella representaba la adolescente de la norma y yo me distraía fuera de ella. Nos alejaba un abismo de reglas. Después de muchos años hemos reunido infinitas experiencias como mujeres y madres, pero ahora sólo nos separa un velo de aire por la religión, sombra tenue que desaparece con un impulso del corazón (le recibí un recuerdo de la virgen peregrina de Medjugorje, en Bosnia, su preferida).
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Su figura te deja entrever la maravillosa ilusión que, sin recurrir a embriones de pato, culebras de pantano, pelos de murciélago, tripas de tigre, o cualquier intervención estética u otra extraña adquisición, ella puede ayudarte a encontrar también el tesoro de sentirte única. Pilar Villamizar es una ingeniosa creadora de estilo, dotada de una visión especial capaz de distinguir tus pequeñas y sutiles particularidades (sin luz consigue mirar el polvillo en el aire), y puede llevarte al mundo de los miles de colores, cada uno de ellos diferente, donde seguro logras reconocerte. Con sensibilidad convence a causa de una asombrosa ligereza para interpretarte...

Al principio era y hacia otras cosas. Se centró en los idiomas, luego en la literatura, después en el turismo, pero fue en los años al cuidado de Andrés, su hijo, que empezaron a diluirse sus límites, a excitarse sus pasividades. Esta amorosa y tierna creación la transformó. Llegó entre suaves algodones pero no vestido de rey sino de artesano, dominado por una agitación e inquietud inagotable que le impide dejar de caminar y porque necesita alcanzar la coherencia con la naturaleza en sus manos (también es posible que gire en la idea ancestral que todo se rehace, y a otras revoluciones). Su mayor kilometraje está en Suramérica, donde el Amazonas está a un paso de varios países (su morada es la tierra, su casa inaccesible y su distancia infinita).

Dotado de muchos dones terrenales, sin semejantes, sin nadie de la familia que se le parezca, viviendo por encima del bien y del mal, este caminante la obligó a entender que un hijo puede ser diferente de cualquier idea convencional (su alimento, su hogar, su lecho, su sueño y su vigilia son sencillos pero contrarios), y le brindó una luz, un saber que la transformó en la mujer de hoy...tan transparente cuando muestra su reflejo. No niega que hubo un tiempo en que la fatigaba la inquietud. Como su marido Hernándo no comprendía que debía renunciar a ver en casa a su hijo en carne y hueso.

La lección le enseñó a escarbar en el interior para volverlo exterior. A transformar la riqueza de las sensaciones en algo legible y tangible, y fue por ahí que finalmente se encauzó en la estética del diseño, de la moda y, para contar a sus familiares y amigos las aventuras de Andrés –creo yo-, también se volvió una tremenda cronista. Con la palabra Pili (llena de variaciones fonéticas) recorre mil historias de si misma, de otros, de libros y de las cosas cotidianas que pasan, extraordinariamente ceñida al personaje o al objeto y al tiempo. Seguro fue (en otra vida) una narradora a viva voz de la corte francesa, donde se discutía todos los asuntos posibles o imposibles sobre política, literatura, filosofía y arte. Con su elegante chachareo pinta los acontecimientos, añade uno a los otros, entra y sale de las tramas con una fluidez divina que, igual, conserva cuando confiesa un testarudo dolor por la muerte de su padre, el Almirante Villamizar.
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Escucha cuidadosamente con toda la atención del oído y del alma cuando está en la tarea de creadora de estilo, representando su marca registrada Gipsy Hip. Sin temor o duda se empeña en estudiar, saborear, desmenuzar a sus clientes. Suelta, audaz, concentrada, en nuestro último encuentro, con una soberana rapidez, me colocó una moderna pulsera de silicona con cristales de bohemia, comprada en el último viaje a Europa y me ofreció el brazalete Cruciani C, de moda en Italia. Sabe que para mi las pulseras son como retazos de memoria y amuletos que me gusta llevar en la piel. Además, este romántico accesorio de macramé es hecho a mano (mi delirio), de hilo y viene de una auténtica y tradicional firma, reinventada para sobrevivir al promiscuo comercio chino que destruye al artesano y está absorbiendo todas las formas del mundo.
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Se acabó la imaginación para hacer de las comunes despedidas de soltera una reunión fuera de lo corriente. La oportunidad de celebrar con la novia su pase al matrimonio, uno o unos días antes de la boda se divorció de la diversión. Propongo pedir consejos a Jaime Dávila Pestana para que la última fiesta de la novia regrese a su significado simbólico de una “escapada” fuera de lo normal entre la complicidad de amigas o amigos del mismo sexo (son escasas las mixtas), y casarla con detalles más originales, juguetones, atrevidos, picantes, relajados (si la futura esposa es más conservadora) o con el típico exceso, teóricamente vetado dentro del matrimonio, sin sugerir que se vuelva una noche loca o de copas, o de ambas. Averigüen en Facebook por Jadapespa´s Dance, inolvidable rumba de Jaime, celebrada en el Club Cartagena.


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