¡Qué esplendor de ocurrencias!


Tocar con los ojos ideas divinas -en un sentir el tiempo y la tecnología hasta ahora desconocido-  es difícil para un espectador que aún cree que el arte lo rige una red de límites, condiciones o vínculos (demasiados para la tensión de las protestantes isabelinas del Parque Bolívar), pero el que sabe de su eternidad redonda, el que busca contemplar con los ojos de la imaginación, el que escucha más cuidadosamente, con toda la atención del oído y del alma, no le queda otro remedio que inclinarse a la I Bienal Internacional de Arte Contemporáneo Cartagena de Indias, BIACI, en un extraordinario reconocimiento, por su triunfo resonante.

[inline:dust.jpg]Dust http://www.shirazehhoushiary.com

El evento, que tan solo ha parecido un macro proyecto cultural de iniciativa privada, apoyado por entidades gubernamentales, es un desbordante y delicado gesto de amor al arte y a Cartagena, probado, sopesado, calculado por una curaduría fulgurante, que irrumpe nuestros cerebros con obras empapadas de pensamientos, que se quedan grabados en la piel y llenan el corazón.

La fuerza de los artistas  y la fuerza de los espacios se equilibran como si las obras fueran echadas y proyectadas desde la sustancia de su existir. Si la BIACI no se organiza, nunca habríamos conocido tantas chispas de creación liberadas, esparcidas, erigidas o  acurrucadas por tantos lugares de la ciudad.

[inline:llano.jpg] Llano   

Un sentimiento de posesión por obras que, quizá, nunca llegaría a ver o nunca volveré a ver, y una fragilidad lagrimosa,  por tan ardiente participación e incidencia del arte en la vida cotidiana, se me entrecruzan, en muchos modos posibles, para regocijarme de que aquí, allá o a miles de millas, las emociones encuentran manos que arden en el deseo de reunirlas o recogerlas  en una obra.  Rodeadas, dobladas, captadas, impresas, tejidas, trazadas en imágenes, colores y sonidos, obligan a los artistas a  extender continuamente sus límites para explicar su existencia:  en la mutación de los eventos (Shirazeh Houshiary, Dust,  animación multicelda), en lo impredecible de las circunstancias (Jesper Just, Llano, video), o en la precariedad de las condiciones (Janet Biggs, A Step on te Sun, videoinstalación)

Vivir es un arte y amplias son las posibilidades del arte. Dice Hipócrates: “El arte es largo, la vida es breve,  la ocasión fugitiva, la experiencia falaz, el juicio dificultoso”. Fantasías, caprichos, obsesiones,  terrores, excesos, locuras,  arrastran a los artistas seleccionados de la BIACI. Hay bellezas en las variaciones: pliegues, garabatos, ángulos, líneas, alternancia de temas –certezas*, confusiones y contradicciones- y tanto más. Lo que en sus espacios veo, escucho y siento (sin  tacto, prohibido incluso en el salón de texturas del Museo Naval) me recuerda cuánto estoy tan cerca, y tan lejos, de lo indiscreto e impúdico (ahora que no huyo de mi), de los problemas del universo con sus dioses, sus estrellas y sus demonios y...me sueño un mundo más atemperado y moderado, transformado por medio de las artes y del amor a todo lo visible.

[inline:a_step.jpg] A Step on te Sun http://www.jbiggs.com

Esta impresionante bienal (para algunos espectadores de mucha desconfianza por su abundancia de símbolos e imágenes) está intentado contar - con elementos raros, familiares, extravagantes, postmodernos- que el arte puede entenderse de muchas maneras (no hay dudas de visiones muy osadas) y, que no es solo una opción, es también absolutamente necesario porque su tarea, decididamente,...excita la alegría: ¡Qué esplendor de ocurrencias!

*Aristóteles: “es creíble solo lo que es posible”.

Justine, marzo 2014

http://www.biaci.org

 

 


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