Negro tengo que ser


“Hemos aprendido a volar como los pájaros,
a nadar como los peces;
pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos.”
Martin Luther King
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), en su Vigésima segunda edición, trae la siguiente acepción de racismo: Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros. Asimismo, el término discriminar (Del lat. Discrimināre). Verbo transitivo. Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc. Esto lo traigo a colación a raíz de las afirmaciones tanto del diputado del departamento de Antioquia, Carlos Alberto Baena, como del concejal de Bogotá Jorge Durán Silva, no hace algunos cuantos días.
Este asunto no es tomado para polemizar sino para reflexionar sobre la manera cómo subyace en cada una de esas expresiones estereotipadas, quizás un sentimiento de superioridad guardado por muchos en nuestro país que se creen, por su color pálido, los amos y señores de la tierra que pisan. Pero, una nación multicultural como la nuestra, donde la mezcla de colores, saberes, sonidos y sabores crece como lo hace la verdolaga en nuestras playas pacíficas y caribeñas, es lo que tenemos que defender de aquellos que verdaderamente nos discriminan por nuestra condición de latinoamericanos.
El primero expresó sin tapujo ante sus colegas "la plata que uno le mete al Chocó es como meterle perfume a un bollo”, haciendo alusión a inversiones que se iban a perder en los bolsillos de los corruptos de ese departamento. Tal vez no lo hizo con la intención de hablar mal o denigrar de los hombres y mujeres de raza negra que habitan esta región, sino para señalar como la corrupción que existe históricamente en esos lares tiene a sus gentes sufriendo pobreza y abandono. Un departamento rico, pero pobre. Una demostración de las paradojas de la vida y de las incongruencias de las muchas que se presentan en este querido país donde nuestros preclaros pensadores y dirigentes se deleitan con sus insólitas salidas macondianas.
El segundo, quien jocosamente quiso poner orden manifestaba “esto se nos está convirtiendo en una merienda de negros.”, usando la expresión o el enunciado, creo yo, con el ánimo de llamar al orden a los cabildantes. Expresión que se puede interpretar sin realizar muchas connotaciones, que los negros son los únicos desordenados e indisciplinados al momento de disfrutar sus asuetos; asimismo, que cuando están sin trabajo lanzan gritos, peleas y siempre viven desaplicados. Esto es, los demás son modelos de virtudes y se comportan civilizadamente.
No se les puede culpar de malévolos, sino de incultos e invisibilizadores de una raza que ha aportado a la construcción de nuestra nación. Ejemplos hay a montones en todas las áreas. Pues desde el deporte hasta las ciencias hay referentes para señalar en todos los cuatro puntos cardinales del país.
Entonces, ante esas situaciones surgen algunas apreciaciones muy puntuales sobre la forma cómo se ha incrementado el racismo, la invisibilizaciòn y la descalificación sobre nuestros ancestros negros, aun desconociendo nuestras verdaderas raíces. Así mismo no ha habido quien denodadamente combata esa forma tan degradante de menoscabar con las gentes que no tengan el tono de piel desteñido. Porque todo se ha enmarcado en un sinfín de prejuicios anquilosados en los subconscientes de quienes se creen mejores y superiores a otros.
Que se hayan disculpado, porque los medios estuvieron como guardianes allí y les hicieron caer en cuenta que estamos en una nación que reconoce en sus constitución la pluralidad étnica y ésta debe respetarse y acatarse, no tiene el sentido y el significado que tuvieron esas expresiones en su momento. Pero lo que si debemos tener presente, quienes sabemos por conocimiento de causas, es que no podemos negar nuestra condición de cruzados y de afro-descendientes. Que esta condición debe defenderse ante quienes desde sus puestos de poder mancillan y lesionan a aquellos que no tienen como defenderse.
Somos el culmen del amancebamiento de razas que se impuso por el poder militar, político y racial de los conquistadores sobre otras etnias y aún seguimos pensando en la pureza de razas. Colombia no es un país de blancos ni de indios ni de negros solamente, es una nación de gentes multirracial y multicultural que luchan cada día con la convicción de salir del subdesarrollo impuesto por la hegemonía económica de los grandes capitales y que sumisamente hemos aceptado.
En el país no se puede hablar de blancos puros por muy pálida que sea la piel, puesto que de una u otra forma la mezcla pluriètnica existente demuestra lo contrario: somos vestigios de un pretérito avasallador de los derechos humanos. Tanto el que se crees superior como el que soporta el racismo y la discriminación de cualquier índole, están en las mismas condiciones de igualdad. Sin embargo hay personas que denigran del color oscuro como si éste fuera una maldición. Maldito todo aquel que señala y discrimina a su hermano.

Colombia consagra en la Constitución Nacional la igualdad sin distingo de raza, etnia, religión, etc. Sería importante que se mirara lo que dice la ley 70 de 1993, en su articulo 33: “El Estado sancionará y evitará todo acto de intimidación, segregación, discriminación o racismo contra las comunidades negras en los distintos espacios sociales, de la administración pública en sus altos niveles decisorios y en especial en los medios masivos de comunicación y en el sistema educativo, y velará para que se ejerzan los principios de igualdad y respeto de la diversidad étnica y cultural. Para estos propósitos, las autoridades competentes aplicarán las sanciones que le corresponden de conformidad con lo establecido en el Código Nacional de Policía, en las disposiciones que regulen los medios masivos de comunicación y el sistema educativo, y en las demás normas que le sean aplicables”. ¿Entonces, cuál es la vaina para que sigamos con la misma pendejada de vivir de un racismo estúpido que degrada al semejante sea éste negro, pálido, zambo, mulato o indio? ¿Cuál ha sido el castigo para aquellos que reiteradamente violentan estas normas? ¿O todo esto es solamente para mantener en el contexto internacional la idea de que somos un país democrático y respetuoso de los derechos humanos?
Creo que sería bueno recordar aquella frase de Martin Luther King “¡Hoy yo tengo un sueño! Yo tengo un sueño que algún día cada valle será elevado, y cada colina y montaña serán hechas llanas. Los lugares más ásperos serán aplanados y los lugares torcidos serán hechos rectos, "y la gloria de Dios será revelada y todo género humano se verá junto.”
*Profesor de castellano y literatura del Distrito de Cartagena de Indias y de la Fundación Universitaria Tecnológico Comfenalco.


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