En vida, Gabriel García Márquez hacía muchos años ya era una leyenda; casi una figura idolatrada a los que muchos soñaban con ver, estrechar su mano, y el logro máximo si se tomaban una foto a su lado. Antes de él, Colombia era si acaso una nación identificada en el mundo. Hay reportajes audiovisuales de las décadas de los setenta en los que les preguntaban a europeos sobre Colombia, y algunos de ellos si acaso adivinaban que era un país. Hay una anécdota, de las tantas y tantas que hay sobre García Márquez. Mas o menos es así: a comienzos de los años setenta se encontraba él en un recinto en España o México, y alguien nombró que se encontraba allí el colombiano más reconocido internacionalmente; y él, con su desparpajo caribeño, preguntó ¿Y dónde está Pambelé? Para los que no conocen a este último, se llama Antonio Cervantes “Kid Pambelé”, otro colombiano que resalto este país en el mapa, al convertirse en una figura del boxeo mundial, ganando el campeonato en la categoría de los Welter junior, en 1972. Lógicamente, aquello que había dicho (si la anécdota es verdadera) era una exageración como la de sus libros, porque, ya para esos incipientes o mediados años setenta, García Márquez era sumamente reconocido. Esto era así desde la publicación de “Cien años de Soledad”, en 1967.
Foto de portada: Gonzalo Restrepo Sánchez. Gabriel García Márquez y Victor Nieto, fundador de El Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias.
