La exaltación de los triunfos y de los meritos alcanzados, es una práctica generalizada en todos los ámbitos. Se utiliza, entre otras cosas, para motivar a propios de esas disciplinas y a extraños que sin importar su particular interés en determinadas lides, puedan tomar como referencia a un exitoso personaje que contra viento y marea consigue sus objetivos. También existen los que ganan sin despeinarse, como Federer o Michael Schumacher en su momento; pero esos no motivan tanto, su talento es tan excluyente que se hacen inalcanzables. No sucede igual en Colombia. Nuestro país, como pocos en este mundo, tiene una serie de particularidades que lo hacen único e inigualable frente a lo que acontece en otras latitudes con mayor rigor en cuanto a lo disciplinario, lo cultural o el mero sentido común. Aquí se apoya y exalta la mediocridad. Pero además, la gente parece disfrutarlo.
Dudo mucho que en otra parte del mundo un tenista como Alejandro Falla pueda ser portada de revistas o encabezado de la prensa deportiva especializada, aunque pensándolo bien, en Colombia, como en las EPS, no hay especialistas, solo cajas de resonancia de lo que dicen los jefes de redacción o los directores de medios. En el país de los analistas políticos y de futbol, pareciera que solo hay espacio para la mediocridad y la recomendación o palanca para acceder a los cargos por encima del talento o del virtuosismo que requiere unas habilidades extraordinarias que permiten estar a la cabeza y no a la cola.
Andrés Marocco en ESPN, Antonio Casale en RCN radio, Camilo Villegas en el golf, Abel Aguilar en la Selección Colombiana de Futbol de mayores, Luis Carlos Vélez en la dirección de Caracol Televisión, Carlos Antonio Vélez ( padre de aquel) o Nausicrate Pérez y Mercedes Maturana en la política local, son unos pocos ejemplos de ilustres mediocres que han contado con la fortuna de estar en el lugar y momento correcto o con un mecenas dispuesto a colaborar con una justa causa como la de ayudar al desvalido, en este caso no del orden físico sino intelectual.
En el plano deportivo, la inoportuna lesión de Radamel Falcao, suscitó un inusual debate acerca de si a pesar de su convalecencia, el Director Técnico del equipo debía o no convocarlo. Esto solo evidencia la magnitud del mal que aqueja nuestro cuerpo; no creo que alguien en su sano juicio sea capaz de asistir a una fiesta de graduación con una camisa sin botones o dar un concierto con laringitis, no es justo, ni lógico, ni sensato asistir dando ventajas a la máxima cita del futbol después de 16 años. Salvo que tenga la mentalidad del colombiano promedio que supone que a punta de voluntad se puede suplir la falta de talento o de condiciones.
Tal vez la estrategia para impulsar a mediocres en las distintas ramas del poder tenga como objetivo hacer creer a la ciudadanía que hay que tener esperanza, y que cualquiera con un poco de fortuna podrá acceder a los ansiados cargos que ostentan aquellos. Ya que no hay mucho pan, nos dan cada vez mas circo.
PS: En el video pueden evaluar las eximias calidades narrativas de Casale.