¿Una vergüenza llamada Cartagena?


El pasado 16 de diciembre el periódico El Heraldo publicó una columna de opinión titulada “Una vergüenza llamada Cartagena”. Un título llamativo, por la violencia del adjetivo que se deja caer sobre la ciudad y también porque, a primera vista, uno imaginaría que en el contenido se va a destapar una olla podrida o un grave caso de corrupción que viene ocurriendo sin que lo sepamos en la capital de Bolívar, lo que justificaría la violencia del titular. Sin embargo, luego de leer el cuerpo de la columna, se advierte que sólo se trata de una enumeración de los problemas que ya conocemos y a diario sobrevivimos los cartageneros.   

Mi pregunta es, ¿qué necesidad hay de un titular de ese calibre para referirse a Cartagena en un periódico cuya sede y foco principal de información no es Cartagena? El columnista acierta al señalar una serie de verdades sobre la problemática de la ciudad, no obstante, ese es un diagnóstico que ya se ha hecho, por lo que temo que la columna en mención, si bien constituye una denuncia, se limita a abundar en lo ya dicho y por lo demás ampliamente conocido. Del texto no se desprende un trasfondo de las problemáticas, ni tampoco una denuncia directa a alguno de los agentes de esas “vergüenzas”.

Para la gravedad de la situación que vive una ciudad como Cartagena, con la corrupción administrativa, la desidia ciudadana, la desigualdad social, la segregación y demás cuentas del rosario de sus dificultades, creo que una columna de opinión debería ser un escenario para proponer soluciones. Cartagena no necesita ser calificada como vergüenza, en cambio sí le urgen libre pensadores y líderes de opinión que le ofrezcan un norte, un atisbo de solución, invitaciones para sus ciudadanos y dirigentes a que viren radicalmente el rumbo por el que llevan a la ciudad, con miras a sustituir ese panorama “vergonzoso” por otro que amerite sacar pecho.

Cartagena no es perfecta, como no lo es ninguna de las ciudades del mundo, sus problemas no son peores o más notables que los de otras ciudades del país, ni tampoco le son exclusivos en Colombia. Por eso no comparto que se exponga su situación para descalificarla. En su lugar, agradeceré siempre, y creo que lo agradecería cualquier cartagenero, que desde los medios de comunicación se analice de manera profunda y sobre todo propositiva, acerca de las problemáticas particulares que padece la ciudad, dada su situación geográfica, su herencia histórica de elitismo y esclavitud, la falta de interés en su progreso que tradicionalmente han demostrado las personas encargadas de su administración y, así mismo, la dificultad histórica de sus ciudadanos para desarrollar un sentido de pertenecía. Y lo agradeceré siempre que la información o las opiniones se esbocen desde lo constructivo y no desde lo peyorativo.

Si el interés es aportar al diálogo y al mejoramiento de la situación de una de las ciudades más importantes, culturales y apetecidas por el turismo y los negocios internacionales en este país, es necesario no quedarse señalando lo que cualquiera que tenga ojos puede ver, sino aprovechar la tribuna de los medios de comunicación para generar cambios. Desde el periodismo es posible ayudar a configurar una mentalidad distinta para Cartagena, comprometida con salir de sus atolladeros y atenta a los buenos liderazgos, pero esto no se logra con titularla en un periódico como una vergüenza.

@cbzdegato


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