X-Men: First Class


Los mutantes regresaron a sus orígenes en una nueva entrega dirigida por Matthew Vaughn, productor de Snatch (2000) y de un par de películas más sin mucha trascendencia.
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Después de X-Men Origins: Wolverine (2009), llena de acción, efectos especiales, con una historia bien armada y entretenida, el reto de Vaughn era enorme y las expectativas de los que esperamos cada película inspirada en el comic de Marvel, eran altas.
Ya no se trata de mostrar simplemente las aventuras de los mutantes enfrentándose a otros en duelos espectaculares donde el bien triunfa sobre el mal sin lograr erradicarlo, dejando latente en un eterno continuará.
Era necesario echar hacia atrás y volver al principio, escarbar en la psicología de los personajes y descubrir sus impulsos y sus razones.
Wolverine fue un excelente abrebocas y con First Class podría pensarse que se completa el génesis de la saga.
Como cerrando un circulo la historia empieza con las mismas imágenes de la primera X- Men (2000) donde Erik Lensherr es separado de sus padres en un campo de concentración Nazi desatando públicamente sus poderes.
Los Nazis, obsesionados por la purificación de la raza y los experimentos genéticos, son un excelente telón de fondo para la historia de los X-Men, humanos que por los azares de la genética están un paso adelante en la evolución de la especie. La historia natural enseña que sobrevive el que mejor se adapte, el más fuerte, extinguiendo a su paso a los que se queden rezagados.
Al descubrir los poderes de Erik, Sebastian Shaw, un científico alemán, interpretado por Kevin Bacon, lo tortura hasta desarrollar su máximo potencial. Erik lo odia y lo admira. Lo reconoce como su creador pero no le perdona el haber matado a su madre. Crece con la obsesión de dar caza y vengar su pérdida.
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Lejos de la dolorosa realidad de Erik, Charles Xavier se cría en una mansión lleno de privilegios y con la mejor educación, es un niño feliz y se convierte en un hombre positivo y bondadoso.
Antes de ser conocida como Mystique, Raven era la hermana adoptiva de Charles y su mejor amiga. Aunque crecen juntos, los dos tienen una perspectiva diferente de sus poderes. Mientras que Charles es un científico encantador y conquistador, apasionado por la genética y con poderes de telepatía que fácilmente pueden pasar desapercibidos, a Raven le toca esconder su verdadera apariencia, mimetizarse entre los humanos, cultivando con resentimiento el pensamiento que no es ella la que tiene que adaptarse a los humanos sino al contrario.
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La mayor parte de la historia transcurren en los sesentas y toda la estética de esa década está presente en la película, desde la música hasta en la misma edición se puede ver el aura de una época cambiante en la que la amenaza de una guerra nuclear atormenta a las principales potencias: Estados Unidos y la UU.RR.SS., y envolvía al mundo en la paranoia de la guerra fría.
Los personajes masculinos principales Erik, Charles y Sebastian tienen el magnetismo, el misterio y la elegancia con la que eran representados románticamente los espías en la filmografía de la época.
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Aunque es una recreación con mucha imaginación de una década reciente es también un recordatorio de las estúpidas razones por las que se han iniciado guerras y de la certeza que en la mayoría de los casos responden a un interés particular y no al colectivo.
La historia universal está llena de capítulos en los que se ha señalado y se ha enseñado a temerle al diferente: al que tiene otro color de piel, otra religión y hasta al que tiene preferencias sexuales que se salen de los esquemas sociales. X-Men hace de eso una fábula, una parábola moderna en la que Charles es la voz de la razón diciéndole a un incrédulo y soberbio Erick que está en ellos (los mutantes) la capacidad de ser mejores hombres, a lo que responde el último: ya lo somos.
Es la ceguera de unos contra la calma y paciencia de los que defienden la equidad.
First Class no tiene la misma carga de acción que sus predecesoras pero lo compensa en argumentos y trama. Al principio el suspenso es forzado pero a medida que avanza se consolidan los personajes y fluye la historia.
Para los que extrañan los personajes más emblemáticos como Wolverine interpretado por Hugh Jackman y Mystique adulta encarnada en azul por Rebecca Romijn, les cuento que hacen breves apariciones que matan las ganas; al que no vi fue a Stan Lee…


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