Sin “novia” y sin “centurión”


En menos de dos meses la música tropical colombiana ha sufrido dos pérdidas monumentales: la de la barranquillera Esthercita Forero, “la novia de Barranquilla”; y la del cartagenero Joe Arroyo, nuestro “Centurión de la noche”.
La verdad es que aún me cuesta creerlo. Como barranquillero y como colombiano, estoy muy dolido. Se nos adelantaron dos seres humanos excepcionales, dos talentosos artistas que llevaron nuestra música a lo más alto.
A la edad de 91 años, Esthercita se nos fue el viernes 3 de junio, luego de permanecer más de 20 días internada en la clínica La Asunción.
La artista ingresó al hospital debido a una fractura en uno de sus hombros, pero poco después aparecieron otras complicaciones que precipitaron su muerte.
Coincidencialmente, un viernes se nos fue para siempre la compositora de la “Luna barranquillera”. El viernes es el día que más adoran los barranquilleros, porque inicia la rumba del fin de semana, que termina el domingo; y también porque los viernes, una semana antes de los carnavales, se efectúa, todos los años, el popular desfile de la “Guacherna”, que marca la antesala a la “Fiesta del Rey Momo”, y que fue creado y abanderado por ella desde 1974.
Esta notable mujer amó tanto a Barranquilla que el 90 por ciento de sus canciones iban dedicadas a esta ale-gre ciudad, a la cual el Joe Arroyo la describe así en el tema “En Barranquilla me quedo”: “del Caribe aflora/ bella encantadora/ con mar y río/ una gran sociedad”.
En sus famosas composiciones, como “Luna barranquillera (1963)”, “La Guacherna (1976)”, “Mi vieja Barranquilla" (1974), "Volvió Juanita" (1978), "Palito ‘e matarratón" (1964), "Tambores de carnaval" (1978), entre otras, Esthercita describía las costumbres y el sentir de los barranquilleros. Por eso, el desaparecido locutor radial Gustavo Castillo García la bautizó como “La novia de Barran-quilla”.

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Dice la historia que Esthercita Forero comenzó a cantar a la edad de los 4 años y que a los 14 debutó en la emisora “La Voz de Barranquilla”, la primera que se fundó en Colombia.
Después se fue consolidando hasta que logró realizar una gira nacional. Así, poco a poco, su sueño de ser una gran artista comenzó a hacerse realidad.
En 1942 hizo su primera gira internacional al visitar países como Panamá, Venezuela, República Dominicana, Puerto Rico, Cuba y Nueva York.
Sus éxitos internacionales los realizó al lado del compositor puertorriqueño Rafael Hernández (autor de “Lamento borincano”) con quien grabó varios discos que fueron muy populares en la “Isla del encanto”, y también en Nueva York, con el pianista René Touzett.
A diferencia de Esthercita, el Joe Arroyo murió muy joven, a los 56 años, un martes 26 de julio del presente año, y coincidencialmente en la misma clínica, después de 29 días de reclu-sión.
Esthercita Forero y el Joe Arroyo están unidos por un cordón umbilical: la canción “Volvió Juanita”, uno de los temas emblemáticos de la música tropical colombiana, y que después la grabara el conjunto dominicano Los Vecinos.
En 1.978, la orquesta del maestro Pacho Galán, el “Rey del merecumbé”, fue a grabar a Medellín en los estudios de Discos Fuentes. Allí se logró que el Joe Arroyo, quien en ese tiempo era cantante de Fruko y sus Tesos, interpretara la famosa canción de Esthercita, que narra las aventuras de una joven llamada que se marcha del país con la ilusión de hacer una buena vida, pero regresa poco después a su tierra, luego de no soportar la lejanía.
Ese tema fue todo un éxito en las estaciones de radio de la época. El Joe muestra su faceta de cantante tropical con una interpretación impecable.
Desde muy joven fui fanático del Joe Arroyo. Recuerdo que la primera canción que escuché de él en la radio fue “Nadando”; y luego, Tania y El Ausente.
Siempre me llamó la atención su famoso “relincho”, su meneo de cabeza, como si tuviera un “tic ner-vioso” y las numerosas frases que decía al grabar las canciones con la orquesta de Fruko, Los Líderes, Los Bestiales y La Verdad.
Citaré algunas de sus más famosas frases: “qué nota”, “en la Plaza Majagual, en Sincelejo ¡ajuua!”, “música de mi tierra, para que no me olviden”, “a la Tatico y la Peroti también”, “que se coma la manzana”, “a mi Barranquilla querida”, “a Cartagena la bella”, “Adela, el Joe nunca te olvida”, “cuidao que te coge la salsa de Fruko, con el Joe y Saoko, para que te rompas el coco”, “cocínalo Fruko”, “te dije que ajá”, “óyeme, Tinti”, “oye, mi banda, La Verdad Pelá”, en-tre otras.
La primera vez que lo vi cantando en vivo fue en 1.979 en la caseta La Saporrita, durante la semana cultural del colegio “Carlos M. Palacio” (Universidad Libre) donde yo estudiaba. Allí lo vi con Fruko y sus Tesos, al lado de Wilson Saoko. Recuerdo que el tema que estaba sonando en ese tiempo era “Catalina del Mar”.

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Desde ahí me di cuenta que la orquesta de Fruko y sus Tesos, para mi concepto, es y seguirá siendo la mejor del país, en cuanto a salsa dura se refiere. Tuve esa percepción desde esa época, pero todavía mi concepto no ha cambiado. Los arreglos de Fruko son muy agresivos y en su época fueron novedosos.
Pienso que si Joe hubiera manejado mejor su vida personal estuviera aún con nosotros. Muchos sabían de su adicción a las drogas desde hace mucho tiempo, pero muy poca gente se atrevió a tocarle el tema con carácter. Creo que el estar mucho tiempo alejado de su madre, Angela González, fue uno de los factores para que su vida personal no tuviera un norte.
Sin embargo, y con toda autoridad puedo decirlo, porque lo vi en muchas presentaciones, el Joe siempre se presentó ante sus fanáticos en forma impecable. Por eso es el “Rey de los Congos de Oro” en Barranquilla. En el exterior hizo historia.
El Joe respetaba a su público. Cuando se montaba a la tarima era a cantar. Nunca lo vi poniéndole el micrófo-no a sus fanáticos para que ellos cantaran; nunca dijo “dónde están las mujeres, donde están los hombres, hagan una histeria”, como acostumbran los cantantes de ahora. Simplemente su sola presencia hacía que el público enloqueciera y coreara sus canciones. Tampoco se le vio hablando “paja” con el micrófono, costumbre de los intérpretes del vallenato. Nunca llegó a la tarima pa-sado de tragos o de cualquier otra sustancia. Era un fuera de serie, un cantante que llegó al nivel de un Tito Rodríguez, Ismael Rivera, Celia Cruz y Benny Moré.
Otro dato interesante del “Hijo mayor de Cartagena” es que duró cuatro décadas pegando temas de manera constante, sin que tuviera un bajón musical. Incluso, pegó más temas que grandes can-tantes de salsa como Andy Montañez, Héctor Lavoe, Ismael Miranda, Rubén Blades, Oscar de León. La única que lo supera es Celia Cruz, en cuanto a volumen de éxitos y discos grabados.
A Esthercita y al Joe los vamos a extrañar de cuerpo presente, pero por fortuna dejaron como herencia a las futuras generaciones bellas sus canciones para recordarlos por siempre.
Se apagaron sus voces aquí en la tierra, pero seguirán cantando en el cielo al lado de Dios, que ahora tiene la dicha de tenerlos en su tarima celestial.
Hasta luego.


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