Reir con la boca cerrada


En tiempos en los que emplear la palabra globalización solo sirve como indicio de tener más de treinta años de edad, una noticia relacionada con el mundo del espectáculo ha generado controversia entre los ciudadanos mexicanos que se sintieron especialmente aludidos por un comentario que en realidad atañe a mas de 500 millones de hispanohablantes en el mundo. El hecho en cuestión fueron las declaraciones dadas por el Avenger  Robert Downey Jr durante una entrevista en la promoción de su más reciente película infantil apta para todo público The Avengers: Age of Ultron en las que contestaba a un comentario de Alejandro Gonzalez Iñarritu quien afirmaba que las películas de superhéroes eran “un genocidio cultural, porque la audiencia queda sobreexpuesta al complot, las explosiones, y esa mierda no significa nada acerca de la experiencia del ser humano”. Al escuchar esto, IRON MAN en su papel de actor de Hollywood dijo: “Mira, yo lo respeto mucho, creo que para un hombre cuya lengua materna es el español, poder formar una frase como "genocidio cultural" dice mucho acerca de lo brillante que es”. Sobra decir que las redes sociales hicieron eco de lo que consideraron en bloque un insulto racista.

Hace pocos meses durante la gala de la edición 87 de los Premios Oscar de la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood, el aclamado actor Sean Penn después de leer el nombre de Alejandro Gonzalez Iñarritu como ganador al mejor director expresó: “¿Quien le dio a este hijo de puta su Green Card?” , esta vez sobra decir que lo dijo en ingles y que las redes sociales nuevamente hirvieron de furia ante lo que consideraron un comentario racista inexcusable en toda su dimensión visto por millones de personas a lo largo y ancho del orbe.

Con la masificación de las redes sociales y de las nuevas tecnologías, el público estrechó los canales de comunicación con sus admiradas estrellas permitiendo un contacto virtual e ilusorio con quienes han sido proclamados por los medios como los faros sociales, laborales y económicos de esta sociedad. El carácter masivo de las redes sociales permite que un comentario o un sentir expresado en una remota región del mundo pueda ser secundado por millones en un parpadeo llamando la atención de quienes voluntaria u obligatoriamente permanecen marginados de esta nueva dimensión social, convirtiéndose en tendencia local, nacional o mundial con la misma velocidad con la que los sindicatos en este país convocan a paro.

El problema de concederle voz a todos sin ningún filtro es que ocurre lo que en la actualidad con un crecimiento desbordado: cuentas en redes sociales de microblogging enfocadas en exclusiva a exacerbar ánimos e incitar el odio con temas que a su entender resultan sensibles para determinado colectivo social. Cualquier lector respondería a esto alegando que para contrarrestar se cuenta con el sentido común como barrera infranqueable de defensa, sin embargo la realidad indica que ante una iniciativa respaldada por miles y en ocasiones millones de personas, son poquísimos los ciudadanos capaces de mantenerse al margen o de disentir públicamente. Este comportamiento más allá de su cuestionable carácter, obedece a lo que la filosofía y la psicología social definen como presión social y adaptabilidad del individuo en su entorno. Estos conceptos ponen de manifiesto la capacidad de cada persona de reaccionar incluso en contra de sus propios preceptos solo por sentirse arraigado dentro de determinado grupo para evitar de esta forma la burla y el rechazo de aquellos. No en vano los líderes de las comunidades religiosas, deportivas, políticas y hasta en las criminales, apelan siempre al sentido de pertenencia de sus miembros para garantizar el seguimiento indiscutido de sus lineamientos rectores.

En el caso del llamado Lapsus Calami, es comprensible el reproche popular por tratarse de un error al enviar un mensaje, ya sea en cuanto a su contenido o en cuanto al destinatario, como cuando se está haciendo Sexting con una persona y accidentalmente se envía un contenido privado a un tercero ajeno a la situación.  Volviendo a los ejemplos citados anteriormente, sobra decir que al menos uno de los dos fue expresado con la intención de hacer reír al auditorio y hacer gracia al agasajado. Sin embargo son famosos los cientos de casos en los que personajes públicos sobre todo, pretenden hacer un chiste negro o mordaz y lo que obtienen a cambio es el desprecio generalizado de una minoría que repite la supuesta o real ofensa hasta lograr el apoyo de un público que cada vez parece más sensible y reacio a este tipo de humor hecho con mas inteligencia y sagacidad que los chistes blancos que circulan en los mensajes- cadenas de las madres. A diferencia de Mauricio Puerta, Regina 11, El Profesor Salomón (me pregunto si estará participando del paro de maestros), Sandro el de la Sexta en España, o el Indio Amazónico, desconozco el futuro, por lo cual soy cauto respecto al devenir de los hechos pero resultaría un retroceso para nuestra sociedad convertir la hipocresía y la corrección política en norma de conducta por evitar así el linchamiento colectivo de quienes no consideran igual de hilarante burlarse de un payaso que de un enano, o hacer chistes de Juanito a la par de chistes sobre negros, judíos, izquierdistas, profesores o políticos de derecha. Antes de la era digital y de los Millennials, los chistes considerados de mal gusto simplemente no se aplaudían pero el autor o difusor podía continuar con su vida evaluando en su fuero interno si de veras estaba haciendo meritos para disputarle el puesto al Cuenta Huesos. Yo por mi parte solo le preguntaría si una vez escogido ese estilo cuenta también con las gónadas para burlarse públicamente y de la misma forma del Islam y de su  profeta.


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