Herpes Labial


Es una enfermedad infecciosa de origen viral que compromete los labios. Recibe otros nombres, como “calentura”, “fuego de calentura”, “pupa”, entre otros. En ocasiones también puede afectar la boca, encías y garganta. Es producido por el virus del herpes simple, y se caracteriza por la aparición de pequeñas vesículas y en ocasiones ampollas que al romperse forman úlceras. Usualmente se acompaña de ardor, picazón y dolor en los labios, y cuando hay afección de la mucosa de la boca y las encías, puede haber dificultad para la alimentación. Su aparición puede coincidir con exposición al sol, estrés, fiebre y menstruación.

El virus del herpes labial se trasmite por contacto directo con portadores del virus, o al ponerse en contacto con elementos de uso personal de esas personas. No siempre la trasmisión ocurre cuando se presentan las vesículas; puede haber trasmisión a partir de una piel aparentemente sana. Una vez ocurrido el contagio, el virus permanece en forma latente en el organismo y se manifestará cuando se presentan las condiciones propicias. Generalmente la infección se adquiere en la infancia. Es necesario diferenciarla de la infección por herpes zóster, que da manifestaciones en la piel corporal, y también del herpes genital trasmitido por otra variedad del virus, que ocasionalmente puede afectar la mucosa oral por contacto sexual.

La infección por herpes simple es una de las infecciones virales más frecuentes. En la infección inicial, los síntomas pueden aparecer de 1 a 3 semanas luego de ponerse en contacto con el virus, y las manifestaciones permanecer por 2 a 3 semanas. No siempre se presentan síntomas y a esas personas se les conoce como portadores asintomáticos. Se considera que hasta un 80% de la población adulta puede ser portadora del virus del herpes labial. Hasta el momento no existe un tratamiento o medicamento que elimine definitivamente el virus del herpes, en algunos casos en los cuales los brotes son muy frecuentes e incapacitantes, es necesario prescribir medicamentos antivirales, los cuales funcionan con mayor eficacia al iniciarlos cuando aparecen los primeros síntomas. Solo en contadas ocasiones se necesitarán exámenes de laboratorio para confirmar el diagnóstico. En la mayoría de los casos las lesiones desaparecen espontáneamente sin ningún tratamiento, aunque algunas personas encuentran alivio con la aplicación de frio y el uso de analgésicos.


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