EL SABOR DULCE AMARGO DEL PARO DE MAESTROS.
Difícil es describir ese sabor dulce amargo que queda en el espíritu y la mente, después que los resultados de las metas trazadas no resultan de acuerdo con estas.
Sin embargo, es este el sabor que quedó, tal vez en la inmensa mayoría de quienes hacemos parte del magisterio nacional, ante el intempestivo y desconcertante levantamiento del paro de educadores que se inició el pasado 22 de abril y culminó el pasado 7 de mayo del año presente.
Una lenta y delicada forma de paladear este significativo evento permite identificar este contradictorio y controvertido sabor del “dulce amargo”:
Dulce, tal como lo afirma el presidente de Fecode porque 12 % de nivelación salarial en cuatro años es mucho menos mal que cero.
No obstante, el alcance de este logro equivale a saborear y contentarse, a manera de ejemplo con un confite, lejos de deleitarse con un delicioso postre de una libra, como era la justa propuesta de los educadores.
Dulce, sin amargo, el cambio de modalidad de la evaluación de los docentes del decreto 1278, la cual pasa de castigadora a formadora, con tal que los pares evaluadores no le pongan el amargo que muchos de estos acostumbran en diferentes actividades académicas del país.
Dulce amargo el porcentaje de aumento para los docentes escalafonados en el grado 14, al retirarse de la profesión…todo ello a partir del próximo año. Pero amargo es el saborear el pírrico porcentaje de reconocimiento… Después de trabajar toda una vida.
Amargo, por la desigualdad del beneficio que no cobija a quienes se retiran en el presente año, y muy amargo para los docentes del decreto 1278 del 2002, el engendro creado por el presidente Andrés Pastrana y su ministra de educación para dividir el movimiento magisterial, con el banal pretexto de mejorar la calidad de la docencia, pero estableciendo de salida salarios de indignidad de vida.
Amargos son los sabores que deja también la omisión de los tres años de prescolar, por los cuales tanto se luchó, al igual que la de la omisión del PIB para financiar con decencia el sistema educativo público.
A estos amargos sabores hay que sumar “las declaraciones poéticas” del acuerdo de mejorar el sistema de salud de nosotros los maestros, víctimas históricas de los atropellos de los mercaderes del ramo, al igual que el de las reclamaciones en torno al reconocimiento de varios de los derechos laborales de la docencia, los cuales casi nunca son reconocidos sin recurrir a los tribunales, lo cual equivale a perder un mínimo del 30% , en calidad de honorarios al abogado quien hace la reclamación.
Dulces, pero también con tamaño de confite son los compromisos adquiridos por el gobierno, a través del Plan Nacional de Desarrollo de invertir en infraestructura escolar y aumentar el número de plazas docentes en el país; es un confite, que de un momento a otro, o en un descuido, bien puede convertirse en “una amarga golosina” si los ministros y el presidente continúan con su prepotencia y abusos de poder.
Pero, de otra manera, tan amarga como la hiel es la actitud de los ministros, en forma especial la del ministro de hacienda, quien al igual que la ministra de educación pretendió de manera inútil y en vano echar la opinión pública contra los maestros, recurriendo el primero al más vil de los chantajes:
“SI se atiende la solicitud de los maestros, hay que rebajar el presupuesto asignado al sector salud y al de agua potable”. ¡Semejante desfachatez jamás se había ha visto! ¡Era más fácil tocar el presupuesto asignado a la guerra fratricida, a la diplomacia estéril y a la corrupción que se traga el 50% de los impuestos que pagamos los colombianos!
A ello hay que abonar la pusilánime actitud del ministro de trabajo, quien, de acuerdo con su militancia política, de manera teórica debía respaldar la propuesta de los docentes.
Sin embargo, no fue así, pues la reunión del consejo de ministros, fue el cerrojo que selló la posición gubernamental, avalando la propuesta de los gobernantes, y fortaleciendo la actitud del presidente, quien dejó de “lavarse las manos” en el conflicto y mostrar su verdadero carácter de representante de los poderosos del país.
Más estas actitudes no deben extrañar a nadie, pues sus acciones son las que corresponden a los representantes del neoliberalismo y del capitalismo salvaje, expresión contemporánea de las sociedades injustas en las cuales los asalariados, los trabajadores de la cultura y en general las personas humildes somos una mercancía más en el mercado inhumano en el cual transcurren nuestras existencias
Son estas las condiciones en las que se desarrolló el famoso “preacuerdo” y en las cuales Fecode firma el lastimoso acuerdo que todos conocemos, precisamente cuando el magisterio estaba en el momento más alto de la justa protesta! Cuando el triunfo estaba más cerca que nunca, ante la radicalidad del movimiento magisterial, cuando los rectores jamás habíamos apoyado un paro nacional con tanta fuerza, como la que se demostró en esta ocasión!
¿Qué sucedió en esas horas álgidas de las negociaciones? Eso es algo que tal vez nunca sabremos las bases magisteriales y por lo pronto hay que atenerse a las explicaciones que da la cúpula de Fecode, pues a pesar de que importantes sectores de las bases magisteriales, a través de las redes sociales, los medios de comunicación y de manera individual y colectiva, consideran que el paro se le vendió al gobierno no hay pruebas reales que corroboren la verdad de esta afirmación.
Finalmente, dado que el objetivo de este escrito, es describir el sabor que en nuestros seres dejó el paro hay que escribir que el dulce, con sabor a azúcar, caña y “melao” lo puso la aguerrida voluntad de l@s maestr@s quienes demostraron su inquebrantable decisión de conseguir sus más caras y necesarias reivindicaciones sociales y laborales, lucha que le valió la dulce compañía y el apoyo del pueblo trabajador de Colombia, de los más importantes medios de comunicación, de los padres y madres de nuestras escuelas.
Así, una vez más, el Movimiento Magisterial de Colombia escribió una de las más bellas lecciones de lucha por la justicia social en este país plagado de injusticias, lucha que demostró las delicadas situaciones sociales y laborales de nuestro gremio y mostró la cara más mezquina y mentirosa de un Estado y de un gobierno que quiere hacer de “Colombia la más educada” sólo con avisos televisivos y declaraciones por los otros medios.
Empero la política siempre ha sido la de pisotear y negar la dignidad de los maestros, lo único que jamás podrá arrebatarnos, pues las modestas conquistas conseguidas por el gremio, mediante más de 60 años de lucha, la política del neoliberalismo se las llevó en un solo soplo de injusticias y atropellos
Sin embargo, ante las injusticias, el atropello, el abandono y los errores en la lucha no hay que desmayar. Adelante maestros! No hay camino… se hace camino al andar.