Me atrevo a decir que las figuras de acción y los superhéroes se los inventó un hombre que siempre tuvo corazón de niño y mucha admiración por su padre. No me consta, jamás he leído algo al respecto, pero lo infiero porque en nuestras casas existe alguien de carne y hueso, con habilidades excepcionales homologables a superpoderes. Un ser capaz de dedicar su tiempo y esfuerzo por conseguir el sustento y el progreso colectivo, que asume la responsabilidad de liderar y decidir, que invierte hasta lo que no tiene por la felicidad a corto, mediano y largo plazo de su descendencia, que madruga, trasnocha o no duerme mientras se le necesite, que renuncia incluso a aquello que desea por destinarlo a la satisfacción prioritaria de los suyos, que habla, pelea y cuestiona en favor de los intereses de su gente, que da y pide consejo, su conducta es valorada y admirada, pero tambien es conciente sus poderes tienen límites y deben ser recargados, que acompaña, porque sabe que su presencia fortalece su hogar, que sabe que la felicidad de su familia no se hipoteca y que la tranquilidad no se negocia, por eso procura ser extremadamente oportuno en sus decisiones y garantizar el beneficio de su generación. Sin luces brillantes, sin calor, sin frio y sin capa, pero con súper velocidad, súper fuerza y súper amor, los padres hacen lo imposible, e incluso lo inimaginable por amor a sus hijos, no importa su estado civil, ya que este es un complemento variable frente a una obligación consentida vitalicia.
La perfección si existe. Tiene nombre: mamá y papá, superhéroes reales cuya misión es velar por su familia. Son ángeles creadores y criadores que con su amor nos acompañan, algunos de ellos desde el cielo, y otros que nos alegran la existencia entre nosotros a través de las pequeñas cosas. A mi padre y tíos, feliz día, y mi hijo, que algún día lo será, hoy es muy afortunado por tener el mejor padre del mundo.
