Si usted reconoce las expresiones “de algún lado sale” “tengo una y no me alcanzo la otra” “yo destapo allá y tapo acá”, entonces es un acróbata financiero declarado. En nuestro país del Sagrado Corazón de Jesús, donde muchas personas viven del rebusque, empleos informales, muchos asalariados dependen de un mínimo o bien, muchos acomodados están endeudados, más allá del límite de sus capacidades, las posibilidades de pago dependen de la administración recursiva, creativa y organizada que hagamos para cumplir obligaciones.
Las mamás, son en su mayoría las que desarrollan las acrobacias financieras, no importa si son amas de casa a quienes sus esposos les delegan la administración, o si son ellas mismas las que se la ganan con el sudor de su frente.
Al mejor estilo de la cuerda floja, caminan los acróbatas manteniendo el equilibrio para no caer en datacrédito, en la penosa cobradera, en el estrés del moroso o de fallarle a la familia. Algunos en el trapecio, sueltan uno para sujetarse del otro y sortear exitosamente el apuro de momento. Otros hacen malabares en el aire, incluso con articulos envueltos en llamas, demostrando la estricta repartición que deben hacer.
Dignos de Juegos Olímpicos, los acróbatas expertos son quienes hacen piruetas como: “Esta tarjeta la pago el próximo mes”, “Los lácteos los compro en el supermercado, las verduras las fio en la tienda”, “Tendré que visitar al Señor Peña, pero el próximo mes retiro mis anillos”; cuya maestría en el tema se la ha dado el paso de los años valiéndose de las mismas opciones.
Sin lugar a dudas, todos en algún momento nos hemos valido de acrobacias, amateur o expertas, para salir bien librados de las obligaciones financieras. Sin embargo, además de la satisfacción del deber cumplido, cuando hay un final feliz, queda la gratificante sensación de probar de qué estamos hechos, el descubrimiento de habilidades e ingenio que tal vez nunca pensamos practicar, y una que otra anécdota chistosa para la posteridad.
