¿Qué sería de nuestro septiembre sin celebrar a los enamorados y el amigo secreto?. No es casual que el noveno mes del calendario colombiano, el que carece de días festivos, sea el elegido para celebrar el amor y la amistad. La fecha de los enamorados a nivel mundial es el 14 de febrero para conmemorar a San Valentin, un sacerdote que según la leyenda casaba jóvenes parejas enamoradas a escondidas, en contra del régimen del emperador Claudio II en el Imperio Romano; pero se dice que en Colombia hacia 1969 los comerciantes sugirieron que como febrero es el mes de la temporada escolar, debía trasladarse el festejo a otro mes que no tuviera estacionalidad o festivo, y así fue como se le adjudicaron las rosas, los chocolates y los regalos a esta época del año.
Yo agregaría que como los colombianos somos por naturaleza alegres, (según la firma WinGallup, el segundo país mas feliz del mundo) celebramos doble el motor de la felicidad: el amor y la amistad, pues no falta quien entre libros y obligaciones escolares, le haya regalado a su amado en San Valentin, repita el festejo ahora y también juegue al amigo secreto de septiembre.
Celebrar el amor y la amistad debe ser tarea de todos los días, eso ya lo sabemos, sin embargo y gracias al mercadeo y consumismo, que nos inducen aún más a esta tradición, encontramos espacios destinados a recordarlo y dispuestos para festejar la ocasión. Vale la pena hacer un alto en la rutina escolar/laboral o la cotidianidad familiar y jugar a ser niño año tras año especulando quien será el personaje que nos sorprende con detalles durante una semana y finalmente esperar con ansias descubrirlo e intercambiar un presente con aquel a quien por azar debo yo sorprender también. Lo curioso del caso es que tal vez es la única oportunidad que tenemos en el año de interactuar con esa persona o para muchos es el momento para empezar a conocerla y convertir a ese amigo secreto en una nueva amistad sólida a la luz. La vida es eso que pasa mientras gira el reloj, y sumergidos en el egoísta quehacer de cada cual descuidamos las pequeñas cosas como compartir, agradecer, festejar, homenajear, incluso, amar.
“El dia de…” siempre será un pretexto para fomentar el amor, la amistad, padre, madre (y los nuevos nombres de festejos que vayan saliendo), pero si alguien no hubiera decidido promoverlos o decretarlos, pasáramos viviendo 365 dias en la parquedad de la rutina y seguramente descuidáramos el gesto de felicitar y regalar a quienes nos rodean, de hacer nuevos amigos, las paces con los compañeros o aumentar el sentimiento que existe, costumbre que suele perderse por exceso de confianza.
Desde todo punto de vista, se alegran los corazones con la expectativa de la fecha. Novios que no pierden ocasión para regalarse, casados que por los afanes del hogar salen poco, aprovechan y se escapan a festejar, y amigos que celebran la dicha de tenerse. Facturan millones las tiendas, las discotecas, los restaurantes y los almacenes, pero lo más importante, se alimenta el alma de lo más valioso, que son la compañía y los buenos recuerdos que quedan.