Siempre, desde niño he buscado ser diferente a las demás personas que habitamos este planeta, aunque pienso, con mucha modestia, que a pesar de ese afán me parezco a millones de terrícolas que optamos por ser seres de mucha humildad en nuestros corazones y actuaciones y a tratar, sin lograrlo muchísimas veces, mirar primero la viga en nuestros ojos y después la de los demás.
Por ello, sigo insistiendo, seguiré y continuaré diciendo y escribiendo que:
“a los artistas hay que valorarlos y apreciarlos sólo por su arte”, no por su vida personal, no por su vida privada, que a nadie interesa y mucho menos, cuando “la actuación existencial” de muchos de ellos no ha sido ejemplo a seguir por sus seguidores adultos, jóvenes y niños.
Así, convencido de la validez de este principio, una vez en una imaginaria noche del Carnaval de Barranquilla conversando con Joe Arroyo y Diomedes Díaz sobre la vida trágica de Héctor Lavoe,(1946-1993) airados rechazamos el despliegue que los medios le daban a sus errores olvidando sus valiosos aportes a la musicaglia del mundo entero.
Inocentes: yo, y de manera especial mis acompañantes, quienes jamás pensaron que los supuestos homenajes a su memoria: las telenovelas: “Joe la leyenda” y “Diomedes: El Cacique de La Junta” pudiesen convertirse en una injuria contra sus vidas, en una gigantesca cascada de barro contra su prístino arte, el cual se convirtió en fuente inagotable de creaciones que perdurarán hasta la eternidad en el folclor y el arte popular de Colombia y otras naciones del hemisferio occidental.
Sin embargo, dado el historial de estas producciones televisivas, la injuria referenciada era algo que se esperaba, máximo cuando desde los inicios se convirtieron en dos de los llamados “culebrones”, archi famosos en este medio, “culebrones”, cuyas características impregnadas de altas dosis de mediocridad saltan a la vista cuando:
1. Como es lógico suponer,” cada culebrón” tiene su comienzo y su final; sin embargo, cuando este se acerca se promociona la última semana o “la recta final”, las cuales jamás llegan en su tiempo, pues en la medida que aumenta “el rating” o la sintonía, se alarga el número de capítulos.
2. Así mismo, siempre predominarán los intereses de los guionistas o de los índices de la audiencia mezclando los sueños de la gente humilde con los de los adinerados o de mayor estrato social, tal como se aprecia que:
-Joe luchó hasta el final por conquistar los amores de Jacqueline, hija del dueño de la casa disquera.
-Diomedes, después de extensa lucha, consiguió ser el esposo de Lucía, la hija del negro Arjona el patriarca de una de las familias más “pupis” de la población.
3. Lo anterior le da un exagerado corte sentimentaloide y hasta una extravagancia cursi a la producción, que se convierte en un melodrama centrando la trama en los amoríos y en los conflictos que suscitan, relegando en nuestro caso a un segundo plano, el verdadero arte de los cantantes.
Para estos cultores, en múltiples escenas no existe la menor consideración cuando sus canciones son interpretadas por artistas de una calidad muy inferior a la del “homenajeado” quien de seguro desde el más allá, en la eternidad, impotente ve como estropean sus canciones que tanto trabajo les costó crear o interpretar!
4. En un “culebrón” que se respete nunca falta un villano, tal como lo hubo en Joe y en Diomedes: El Cacique de La Junta, villano que tarde o temprano terminará engañando a los protagonistas tal como sucedió en las telenovelas que nos ocupan.
5. Finalmente, la trama jamás tendrá escenas que inviten al grueso de los televidentes a realizar análisis críticos de las situaciones que plantean los “culebrones”, al punto que algunos blogueros de la web, prefieren llamarlos “telebasuras”.
Hoy, teniendo presente las calidades artísticas, (las únicas que cuentan para valorar su arte aunque resulte redundante) de Joe Arroyo y de Diomedes Díaz Maestre resulta Inaudito, irresponsable y de manera total inaceptable la actitud de :
- las programadoras,
-guionistas y
-libretistas,
quienes lejos de hacer una buena historia de la vida artística de dos de nuestros más preciados cultores de la música popular de la Tierra, se dedicaron a hurgar en las partes más oscuras de su existencia terrenal, en sus erráticas actuaciones, olvidando su condición de seres humanos o tal vez peor: olvidando su arte!
Hoy , con la autoridad que me otorga el haber visto el 90 % de los capítulos transmitidos de las telenovelas, el haber repasado a algunos de estos para poder escribir las presentes notas, el haber leído y escuchado a muchos de los detractores y fanáticos de los “culebrones” mencionados, escribo con pasión señalando que:
-Es un irrespeto doble, iniciar una producción con un Joe Arroyo entre moribundo y drogado, resquebrajando de esta manera la imagen personal de uno de los grandes artistas de la nación.
-Es un irrespeto también, dramatizar y presentar a Joe Arroyo y Diomedes Díaz más preocupados por el consumo de las drogas ilícitas y del alcohol, que por el cultivo de su arte.
-Es una irreverencia contra el arte popular de Diomedes Díaz cuando en repetidas ocasiones se le presenta en una bacanal con mujeres, consumiendo licor y otras drogas, sin recato alguno.
-Constituye una falta garrafal de consideración imperdonable cuando estas repetidas escenas se presentan frente a una audiencia, una de cuyas franjas gruesas es el público infantil, “gentilmente acompañado por mayores”, como lo aconseja la programadora.
- Finalmente, es un craso error entregar el papel protagónico de los cantantes a jóvenes actores quienes a pesar del inmenso esfuerzo realizado para interpretar de la mejor manera a su personaje, jamás lo lograron en sus actuaciones y mucho menos en las oportunidades que se les brindó para interpretar las canciones de dos de los mejores artistas de América L atina y el Gran Caribe.
Sin embargo, para no caer en el fundamentalismo criticista hay que reconocer que la música de Joe Arroyo y Diomedes Díaz, tuvo una nueva oportunidad y con otro formato de presentación en un sinnúmero de hogares colombianos, poniendo a disfrutar a la gente aunque las canciones fueran muy mal interpretadas por el actor protagónico o por el cantante que realizó el doblaje.
Ahora centrados de nuevo en el tema y valorando el arte de los dos cantantes hay que reconocer que:
-A Joe Arroyo y a Diomedes Díaz millones de hombres y mujeres enamorados y enamoradas en América Latina, Norte América y Europa le deben tres , o cuatro minutos de felicidad permanente cada vez que escuchan sus canciones favoritas, descontando a los despechados y despechadas cuando escuchan las melodías de los desamores
Joe Arroyo y Diomedes Díaz cantaron con gracia sin igual a la más bella de las creaciones de la naturaleza y Dios: la mujer, representada en el caso del primero, en una de sus mejores canciones: Mi Mary.
¿Cuantos miles de mujeres del Caribe, con uno de los nombres más populares de la región: Mary (derivado de María), “sienten subir al cielo” cuando su galán le canta o baila con ella estas notas y letras rítmicas y pegajosas de Mary?
Mary, mujer tentadora sensual,
boca encantadora,
capaz de hacerme olvidar dolores,
mi Mary…
Rompe tu risa el cristal de mi soledad,
mi Mary…
¿Cuántos miles de miles de mujeres no se sienten halagadas cuando en una reunión social o en un acercamiento privado, su amor le canta con El Cacique?:
Oye Bonita cuando me estás mirando,
yo siento que mi vida,
cubre todo tu cuerpo.
Oye bonita, me siento tan contento,
que en el instante pienso,
cuando será mañana…
Que tus ojos me dominan,
que tu boca me fascina,
que tu cuerpo me enloquece…
Más la prosa de Diomedes se tornó poética también para describir la naturaleza, con una de sus mejores composiciones “Cariñito de Mi Vida”:
Ay en tiempo de invierno
a las montañas,
las cubren las nubes en la cima,
y se reverdece la sabana,
se colma la fauna de alegría…
Joe Arroyo no se quedó detrás cuando interpretó “Flores Silvestres”:
…Flores silvestres, luna y estrellas…
Noche en silencio, todo está tranquilo.
Silencio es de luna, tan lejano y tan sencillo…
A más de lo anterior, el cartagenero al igual que otros cantautores de Latinoamérica cantó a la paz, ese bien preciado que tanto necesitamos hoy los colombianos (que sólo rechazan los insensatos) y condenó la violencia cuando interpretó “La Noche de Los Callados”:
…En la ciudad y en el monte,
se encuentran los enemigos,
bajo el azul horizonte,
ya son muchos los caídos,
la guerra mata al hermano,
¡queremos la paz ¡
Ambos artistas cantaron al más preciado valor de la humanidad: La vida; el guajiro fue bien explícito en una de sus últimas grabaciones:
Ay la vida, tan bonito que es vivirla,
compartirla con amor,
como lo manda el creador…
Joe en su condición de buen caribeño y amante apasionado de la vida cuando el sol se oculta, cantó a uno de los fenómenos que más subyugan al ser humano: la noche, y poseído por esta grabó un tríptico de melodías que se volvieron joyas del folclor de nuestra región del Gran Caribe:
La Noche:
…Que bonita fue la noche,
me trae recuerdos la noche
besando tu boquita de grana,
bella noche…
Noche de arreboles:
Hay noches de arreboles,
que incitan al amor…
y…
Noche de ilusión:
Cuando el sol se esconde,
detrás de los cañaverales,
espera, espera,
ese momento que me invade…
Finalmente, ambos cantaron a las celebraciones más hermosas del mundo: las navidades
Joe:
Tiene otro tríptico representado por: Niño Dios, Alma Navideña y Amerindio; son canciones inolvidables cuando soplan los aires navideños y llegan los gratos recuerdos de la adolescencia y la juventud, ahora cuando vivimos la tercera edad después de los 50.
Diomedes: Por su parte impactó a los suramericanos con su Mensaje de Navidad, un súper clásico del poeta Rosendo Romero, una canción que llega al alma en sus lugares más recónditos y que refleja los sentimientos populares en claras contradicciones:
…Hay corazones que les da tristeza,
que les da tristeza al llegar diciembre,
hay corazones que al llegar diciembre,
que al llegar diciembre se ponen alegres.
Cantos a la vida, a la naturaleza, al amor y el desamor, a la alegría y la tristeza, al folclor y del folclor, a la identidad cultural, a las fiestas de navidad; todo esto se lo debemos a Héctor, Joe y Diomedes ( y a miles de cantantes más , pero en especial a ellos) y todo esto vale más que el oro, el coltán y el petróleo del mundo, juntos!
Entonces ¿por qué injuriarlos de esta manera? con los culebrones grabados? ¿para llenar las arcas de quienes ya las tienen llenas? ¡así sea engañando a los televidentes incautos?
Hoy cierro muy preocupado estas notas pensando:¿ Qué suerte le espera a la historia de Celia Cruz, ya en emisión y a la de Alfredo Gutiérrez en proceso de grabación? Serán otras canecas de telebasuras o “culebrones” como las tres ya referenciadas? Dios nos libre, la Virgen de la Candelaria nos ampare y las palabras de Jesús Maestro iluminen el trabajo de las programadoras, los libretistas y los guionistas para que no continúen irrespetando la dignidad de nuestros artistas!