Y quien dijo que solo las mujeres?


A pesar de cumplir las mismas funciones, existe una marcada diferencia entre la piel masculina y la femenina. Esta diferencia es consecuencia de la acción de la hormona testosterona, la cual predomina en el hombre, aunque se encuentra en menores concentraciones en la mujer. La testosterona es la responsable del mayor grosor de la piel masculina, en promedio 25% mayor que la femenina. La producción de fibras colágenas y elásticas es mayor en el hombre, además, hay mayor cantidad de glándulas sebáceas y sudoríparas. En los últimos años, (y seguramente en los que siguen), ha aumentado el interés masculino en retrasar los signos visibles del envejecimiento y atenuar los que inevitablemente se presentarán. Las razones pueden ir desde el interés por la integralidad en la salud y la apariencia personal, hasta la preocupación por la influencia laboral y social en una sociedad cada vez más competitiva en lo referente a la imagen.

Si bien es cierto que el proceso de envejecimiento cutáneo se evidencia más tardíamente en hombres, también es cierto que cuando se inicia se desarrolla mucho más rápido, esto es agravado por ausencia de cuidados previos, especialmente protección solar. Los factores hereditarios influyen definitivamente en la edad de aparición de los signos de envejecimiento y la intensidad de los mismos. También influyen factores externos como el cigarrillo, alcohol, malos hábitos alimenticios y sedentarismo. En las pieles blancas en general los signos de envejecimiento se observan a edades más tempranas, situación que puede variar de acuerdo a hábitos, actividad y medidas preventivas previas.

Las manifestaciones del envejecimiento cutáneo de hombres y mujeres son las mismas; sin embargo, los cambios son más acentuados en la piel masculina por su mayor grosor. La secuencia no es invariable, pero lo usual es que primero se observen las arrugas alrededor de los ojos, comúnmente llamadas patas de gallo, profundización de las líneas de expresión en la frente y entrecejo, la grasa de los pómulos disminuye o desaparece con lo cual el rostro pierde volumen dando apariencia de enojo en el tercio superior del rostro y de tristeza en el inferior, los pliegues a los lados de la nariz se tornan más profundos, las comisuras labiales se arquean hacia abajo y hay flacidez, mayormente visible en cuello. Es importante resaltar, que no en todos los hombres desarrollan estos cambios.

La búsqueda de procedimientos quirúrgicos o cosméticos que atenúen las señales de envejecimiento, va en aumento en la población masculina, incrementándose la solicitud de cirugías plásticas, aunque parece ser que gana terreno la tendencia a buscar “refrescamientos” en la apariencia facial, más que cambios drásticos que muchas veces son motivo de inconformidad y aún rechazo de los resultados de la cirugía. En ocasiones los tratamientos quirúrgicos son complementados con tratamientos cosméticos no invasivos o mínimamente invasivos, en otros casos solamente se someten a procedimientos cosméticos como peelings, microdermabrasión, aplicación de toxina botulínica, higienes e hidrataciones en cabina, entre otros. Las intervenciones cosméticas mejoran la apariencia de la piel, sin eliminar definitivamente los signos de envejecimiento.

Desde 1999, la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha venido ocupándose del concepto de envejecimiento, y desde el 2002 promueve el llamado envejecimiento activo, definiéndolo como “el proceso de optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad en orden a mejorar la calidad de vida de las personas que envejecen”


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